La energía neoexpresionista de Lüpertz llega a Bilbao
El artista alemán protagoniza una exposición antológica en el Museo de Bellas Artes
Bilbao - El Museo de Bellas Artes de Bilbao muestra la exposición Markus Lüpertz 1963-2013, que reúne 91 obras, entre pinturas y esculturas de este neoexpresionista alemán. Sus obras desprenden energía y se han visto siempre envueltas en la polémica.
Es la primera gran antológica en España desde las muestras que le dedicaron el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (1991) y el Instituto Valenciano de Arte Moderno (2002), las dos comisariadas por Kosme Barañano, el mismo que ha montado la muestra bilbaina. En total se exponen 60 pinturas, 19 esculturas y 12 obras sobre papel, fechadas desde comienzos de los años 60 hasta las últimas de diciembre pasado. Se incluye la escultura Judith, que desde el 2000 está instalada en el paseo de Abandoibarra de Bilbao.
"Figuración desfigurada" Lüpertz (1941) inició su trayectoria como pintor centrado en el expresionismo abstracto, desde el que evolucionó hacia principios más figurativos. A partir de 1981, compaginó la pintura y la escultura, en la que técnicamente busca un lenguaje propio partiendo del modelado en cera o yeso para, más tarde, tallar las figuras y definir las formas antes de fundirlas. Como consecuencia, sus esculturas, a menudo policromadas con una energía de origen expresionista, transmiten un sentido de lo corpóreo. Se trata de una "figuración desfigurada", en palabras de Barañano, que no ha sido comprendida por sectores conservadores y ha causado fuertes polémicas.
La exposición, montada en la sala BBK del museo, persigue dar una visión antológica de la trayectoria de Lüpertz. El recorrido se inicia con una colorista pintura de 1963 de la serie Donald Duck (El pato Donald), ejemplo de la crítica de Lüpertz al pop anglosajón. Poco después, a comienzos de los años 70, elabora una de sus series más controvertidas en los cuadros de "motivos alemanes", con los que denuncia la barbarie del III Reich y critica de nuevo, de forma implícita, la visión superficial del pop americano.
En el segundo periodo de la muestra (1975-1985) destacan los dos grandes dibujos de dos metros de altura Markus-Maillol, realizados en 1975-1976, que prueban el interés de Lüpertz por la figura humana en un momento en el que el arte del siglo XX se despreocupaba de ella.
Entre 1985 y 1993, el pintor se centra en la sonrisa micénica y la tradición clásica. Lüpertz ha conservado siempre un interés particular por la mitología y el arte de la Antigüedad. En 1985, pinta el gran cuadro de cuatro metros de largo Cuadros sobre la sonrisa micénica-día de verano, que recoge, precisamente, el convencionalismo de la historia del arte sobre la "sonrisa arcaica", característica de la escultura griega del mismo periodo. De un año más tarde, 1986, esculpe la gran escultura en bronce pintado Titán.
De 1993 a 2000, Lüpertz pinta nuevos paisajes y bodegones con la calavera como motivo recurrente. "La lucha contra la muerte es el conflicto más importante que ha de encarar el artista", reflexionó Lüpertz.
Son obras construidas a través de la yuxtaposición de partes con una técnica que culmina en 1999 con una serie en la que representa los árboles frente a su estudio de Düsseldorf mezclados con fragmentos abstractos.
Para finalizar, se reúnen piezas de la última década (2003-2013), en las que Lüpertz vuelve la mirada hacia sus primeras obras. Son torsos o figuras masculinas desnudas, que retoman motivos de su primer repertorio, como el caracol.
En la presentación, el artista alemán elogió la disposición de la muestra: "Me emociona ver cómo ha sido capaz de dar una visión sencilla y correcta de mi obra". El autor resaltó que "la pintura es una forma de expresión que hay que defender en estos tiempos tan llenos de estímulos. La pintura no puede olvidarse, hay que comprender su importancia". - Efe