Sara Montiel: de cuplés por Gipuzkoa
Sara Montiel rodó en Oiartzun y Donostia 'La reina del chantecler' (1962), un filme que, visto hoy, no puede resultar más delirante
En los años 50 y 60, su época dorada como actriz, Sara Montiel visitó Gipuzkoa asiduamente para asistir al Festival de Cine, en alguna ocasión acompañada de su primer marido, el director Anthony Mann. Pero no solo vino a exhibirse sobre la alfombra roja, sino también a rodar La reina del Chantecler (1962), una película con números musicales que, vista hoy en día, no puede resultar más kitsch y delirante.
El pelotari italiano
El cineasta Rafael Gil convirtió a Saritísima en La Bella Charito, una cupletista que triunfa en el teatro Chantecler de Madrid durante la I Guerra Mundial. Hacia la mitad del filme, su personaje huye a Donostia para cambiar de aires y dejar atrás a un novio que le da mala vida y está enredado en asuntos de espionaje.
Tras mostrar en varios planos generales la soleada bahía de la Concha, la cámara se cuela en el salón de plenos del Ayuntamiento de Donostia, edificio que aparece transformado en el casino que un día fue. Hay una breve secuencia en la terraza del consistorio y también en los jardines de Alderdi Eder, donde un coche recoge a Charito para conducirla a las "fiestas de Oyarzun".
Allá se presenta la cantante, vestida de blanco y con pamela, en mitad de una plaza en cuyos balcones cuelgan cientos de banderas españolas. De repente, se ve atrapada en mitad de una sokamuturra, su caniche Cuqui escapa asustado pero el can es rescatado de los cuernos de la vaquilla por Santi, un guapo pelotari de familia carlista encarnado el actor italiano Luigi Giuliani.
El flechazo entre ambos es instantáneo: acuden a una romería, él le explica que en euskera "maite" significa "amada" y al ritmo del txistu y el tamboril bailan un torpe fandango al estilo manchego-italiano. Ante un hermoso paraje de Oiartzun sellan su amor con un casto beso, pero Charo oculta su identidad al joven que, de familia carlista, no toleraría una relación con una cupletista que entona canciones "atrevidas". "Tú no eres de esas", le dice el mozo.
El romance deviene en tragedia -no desvelaremos en qué sentido- cuando Santi descubre a su amada cantando La mosca indiscreta en el casino de San Sebastián. Pero antes del tempestuoso desenlace en un espigón próximo a la Parte Vieja, el espectador podrá ver a Sara Montiel contemplando un partido de pelota y una procesión, y a la mismísima Mata Hari degustando txakoli en la sidrería de Oiartzun. Impagable.
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