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Antes de que las películas de superhéroes rebosaran efectos especiales que casi se pueden palpar con unas gafas para ver en 3D, hubo una versión de Los 4 fantásticos donde el estiramiento milagroso de Mister Fantástico se realizaba con el palo de una escoba. Y antes de que Marvel se convirtiera en una poderosa máquina de hacer dinero con sus emblemáticos cómics y una exitosa productora de cine, en sus inicios fue una humilde editorial familiar que tuvo que recurrir a socios externos para (mal)llevar sus personajes a la pequeña y gran pantalla.

Iñigo de Prada y Sara García Rodríguez cuentan la historia secreta de Marvel a través de sus adaptaciones televisivas y cinematográficas en el libro El viaje del superhéroe (Dolmen, 2012), que se presentó ayer en una librería de Bilbao. Desde los seriales cinematográficos de los años 40, a los "intentos de película" de las décadas de los 80 y 90, y sin olvidar las superproducciones más taquilleras de la actualidad, los autores se adentran en una compleja industria llena de curiosas anécdotas, fracasos estrepitosos y aclamados aciertos.

Además de narrar el periplo del superhéroe Marvel, también recoge el viaje de una generación que parte como lectora de cómics y se convierte en espectadora de los mismos. Ambos coinciden en que los filmes de superhéroes "están de moda", y Marvel, tras su absorción en 2009 por parte del todopoderoso Walt Disney, goza de plena salud para satisfacer la demanda del público.

La prueba irrefutable es la superproducción Los vengadores, que se ha convertido en la tercera película más vista de la historia del cine, solo por detrás de Avatar y Titanic. "Ha logrado reunir a las audiencias de cada uno de los personajes y es la adaptación que mejor captura la energía del universo Marvel", sostiene De Prada. "Marvel ha encontrado una fórmula de franquicia que le está funcionando, pero creo que hasta el éxito de Los vengadores no sabían si habían acertado en su apuesta o no", apunta la coautora de El viaje del superhéroe. Nada que ver este taquillazo con la primera película de Marvel, Howard el pato (1986). "Fue una gran producción de George Lucas, y también un gran fracaso comercial", comenta De Prada, que pese a ello reconoce guardarle un gran cariño a la cinta, pues fue la primera película que vio en el cine.

Batallas legales Durante los años 80 y 90, Marvel se vio abocada a producir superhéroes de segunda, fruto de su asociación con productoras de películas de Serie B. "A diferencia de DC, cuyos personajes Batman y Superman son propiedad de Warner desde hace 30 años y por tanto, no tuvo problemas para llevarlos al cine, Marvel tuvo que acudir a varios socios externos y le costó muchísimo dar el salto a la pantalla", aclaran.

De hecho, uno de los periplos (judiciales) más farragosos que recogen en su libro concierne a la exitosa Spider-Man (2002), dirigida por Sam Raimi. El proyecto cinematográfico del hombre-araña se remonta a finales de los años 70. "Los derechos (reproducción, distribución, etc.) estaban repartidos entre diferentes productoras -explican-, y a mediados de los 90, todas quebraron a la vez, incluida la propia Marvel. Los derechos pasaron a los herederos de las productoras y se enzarzaron en un culebrón legal que no se resolvió hasta su estreno en 2002". Aún así, De Prada asegura que salió beneficiada: "En los 80, habría sido una película más, pero en 2002 contó con una estructura económica que permitió llevar a cabo una gran superproducción".

Otro caso sobre héroes y villanos en el mundo de los derechos de autor tiene como protagonista a Gay Friederich. En 2007, un "empobrecido" Friederich reclamó por vía judicial sus royalties sobre los beneficios de la primera parte de Ghost Rider -otro "fiasco" protagonizado por un entusiasmado Nicolas Cage-, en calidad de co-creador del personaje. Lejos de ganar la batalla judicial, Disney -que acababa de adquirir Marvel y demostró una defensa de sus personajes mucho más agresiva que esta-, demandó al maltrecho co-creador por "uso no licenciado del personaje", lo que le costó una sanción de 17.000 dólares. "Su delito fue cobrar por autografiar láminas del Motorista Fantasma en convenciones de cómics, y la sanción, cuya cantidad es insignificante para una multinacional, fue excesiva para un autor retirado", lamentan.

García Rodríguez recuerda otro caso llamativo. "En 1994 se realizó una película cuyos productores nunca pretendieron estrenar, simplemente querían renovar la licencia de derechos y tuvieron engañado a todo el reparto, ¡vaya industria!", comenta. "Estéticamente no debería existir -es muy, muy cutre-, pero hay copias piratas circulando por la red", añade De Prada.

A medida que desvelaban los secretos de Marvel, se encontraron con otros proyectos fallidos firmados por cineastas tan reconocidos como Steven Spielberg, Quentin Tarantino, David Fincher o James Cameron. "Es inevitable imaginar qué podrían haber aportado al género…", confiesan.

Desde 2009, Hulk y Spider Man se codean con Mickey Mouse y Hannah Montana. "A Disney no le interesa disneyficar Marvel, lo único que busca es acceder a un mercado vetado, el adulto y el de chicos adolescentes -observa De Prada-; ahora Marvel puede tomar riesgos que antes no podía, y esperamos que Disney respete, como lo ha hecho hasta ahora, su identidad", agrega. La solidez económica y los efectos especiales están, por tanto, asegurados. Pero no lo es todo: "Sin un buen guión, no hay personaje ni historia que se sostenga". Ni que haga volar al espectador.