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"No racionalizo, escribo lo que me pide el cuerpo"

El periodista navarro Jorge Nagore Frauca, colaborador de NOTICIAS DE GIPUZKOA, ha reunido en 'Escrito a pie' (Pamiela) 150 de las columnas publicadas en 'Diario de Noticias'. La mitad de los beneficios obtenidos los donará al comedor solidario París 365, de Pamplona

"No racionalizo, escribo lo que me pide el cuerpo"

¿Qué es para usted una columna?

Un trabajo muy divertido. A veces un diario, otras una nota sobre la actualidad, una queja, un guiño, una caricia... Escribo lo que me va pidiendo el cuerpo o de todas las alternativas que veo ese día me quedo con la que me parece menos mala. No lo racionalizo.

Algunos dirían que es malo o, cuando menos, excesivo en el sarcasmo... Seguro que imagina quiénes.

Intento ser malo con el personaje público, no con la persona. Hay días que me siento mal o me levanto, leo la columna y casi no me reconozco. Porque a mí mismo no me veo como el columnista, sino como Jorge, una persona normal que además escribe en el periódico. Y es verdad que a veces me siento mal porque, ¿quién soy yo para meterme con nadie?

Un periodista.

Sí, y dándole vueltas también piensas que alguien tiene que hacerlo, que te toca o que la actividad pública que desarrolla esa persona y que nos afecta a todos merece esa maldad o ese sarcasmo entre comillas. Trato de escribir sin pensar en nadie, ni en el lector ni en la persona que va a recibir esa crítica o ese halago, como si nadie me presionase, porque, de hecho, nadie me dice sobre qué tengo que escribir ni cómo, y esa es otra de las delicias de este trabajo. Pero a la vez soy consciente de que eso queda en el papel y que la persona citada tiene su familia, sus amigos, su orgullo y sus sentimientos como yo.

¿Ha tenido algún encontronazo por alguno de sus comentarios?

En persona, no; además, perdería el encontronazo seguro (ríe). Pero entiendo que a la persona que critico no le agrade.

¿Será que algunos de los que ostentan cargos han olvidado que los periodistas también estamos para controlarles?

Puede ser, aunque confieso que muchas veces las columnas me generan una sensación de inutilidad, porque no cambian nada. Al final, la realidad va por otros derroteros que no tienen nada que ver con lo que publicamos los medios y muchas veces es inevitable preguntarse para qué.

La familia está muy presente en tus columnas, ¿cuánto hay de ficción y cuánto de realidad?

Creo que el lector que me sigue habitualmente sabe distinguir cuándo estoy vacilando y cuándo exagero. A veces, ni siquiera sé yo qué parte me creo y qué no. Todos tenemos una familia maravillosa a veces y horrorosa otras, la mía es estupenda y en realidad saco un 2% de lo que es. Pero, bueno, como se suele decir, la realidad supera con mucho a la ficción y hay cosas que no se las creería nadie aunque las contase. Además, usar a la familia creo que es también por falta de talento.

¿Bromea?

No. Hay días que no sé muy bien de qué escribir y decido hablar de mi madre, que la tengo muy cerca. Al final, todos o casi todos tenemos una madre, una pareja o una abuela y cuando me faltan recursos pues hablo de lo mío.

¿Y cómo se lo toman ellos?

Bien, se ríen mucho. Imagino que les hará ilusión, porque en el fondo cuento cosas agradables, aunque a veces parezcan surrealistas y frikis.

Dice que ante todo se considera periodista. ¿Es su pasión?

Sí, pero es mucho más fácil tener pasión por el periodismo cuando no estás en el día a día. Hace catorce años que no piso una redacción. De hecho, dejé el periodismo y ahora no lo practico, porque la columna es más bien una parte lateral del oficio. Y si lo dejé fue, entre otras muchas razones, porque me gustaba mucho. Admiro a la gente que lo seguís haciendo; como en todas las profesiones hay tarugos y tarugas y buena y mala gente, y para mí sigue siendo una pasión. Me gustaría que cambiase en muchas cosas y de vez en cuando también uso la columna para quejarme de lo que está sucediendo tanto en la profesión como en el propio medio en el que escribo.