Fecha y lugar. 1/9/2012. Auditorio Kursaal. Donostia. Intérpretes. Orquesta Sinfónica de Bamberg, Jonathan Nott (director). Programa. Sinfonía nº 6 Trágica (G. Mahler). Incidencias. Aforo prácticamente completo. Asistió el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izagirre. El concierto duró una hora y veinte minutos.

ver dirigir al maestro Jonathan Nott es puro placer visual, y escuchar lo que logra de la orquesta con su gesto, placer sonoro añadido. Así lo demostró ante la gran Trágica de Mahler, densa y complicada partitura para ser ejecutada, considerada por muchos como especialmente difícil, por otros a la vez la más perfecta obra del autor bohemio, y en cualquier caso exclusivamente intensa y ante la cual no se pueden permitir ni las medias tintas ni las interpretaciones a medio camino.

Transmitir la grandiosidad sonora de la obra, hacer viajar al escuchante a través de sus cuatro movimientos (siguiendo la forma establecida por Haydn), aunque usando la tonalidad menor tanto al comienzo como al final de la obra que le confiere desde un punto de vista psicológico la citada tonalidad trágica por excelencia, y llegar al Final logrando que toda la orquesta lo haga volcada al servicio de la partitura al cien por cien, dentro del estilo mahleriano y sin salirse de madre, es un trabajo que demanda cualidades no solo técnicas, exige alma, y Nott supo mostrarlo.

Un total de 110 músicos en escena, dispuestos con los contrabajos detrás de violines primeros, con cellos y violas centrados, las maderas a cinco y los metales separados (cuatro trombones, ocho trompas, seis trompetas, tuba) flanqueados por arpas, celesta, percusión (campanas de rebaño, martillo y glockenspiel incluidos), sonaron de un modo espectacular. El sonido fue envolvente, homogéneo, muy cuidado en el dibujo de los largos movimientos, con una expresividad muy marcada y con destacables trabajos de algunos de los solos, como el concertino o la trompa, entre otros.

Nott dio la impresión en ocasiones de estar metido en un ejercicio gimnástico, pendiente de cada entrada, de cada matiz, de cada instrumento, algo agotador, pero que aseguró una ejecución admirable. Los juegos del Scherzo magníficos, la densidad del Andante moderato muy expresiva, y estupenda la movilidad melódica del Finale (Allegro moderato) con las campanas de rebaño que se escuchan aisladamente simbolizando los últimos ruidos escuchados por el hombre en su ascensión a la cima, o los golpes de martillo que cesan todo tipo de esperanza para devolvernos al inicial sentimiento trágico. Interpretación magnífica, donde imperaron el buen gusto y una técnica indiscutible al servicio de la música propiamente como tal con un resultado trágicamente hermoso.