Donostia. José Manuel Ábalos (Donostia, 1947) abre su "cocina" al público en una doble exposición que inaugurará el sábado a las 19.00 horas en la galería Ekain y en el Náutico de la capital guipuzcoana. "Es como desnudarse, ya que enseño el proceso creativo de mi obra", admitió el pintor y arquitecto a este periódico. Las piezas expuestas en Ekain son "óleos sin un fin concreto de ser cuadros", una pequeña muestra, un "boceto" de lo que el visitante encontrará en el Náutico. "Suelo borrarlos o volver a pintar sobre ellos, he ido evolucionando a partir de lo que he aprendido de estos borradores". Trabajar el óleo sobre lienzo le permite "reflexionar" más sobre su arte, ya que este tipo de pintura tarda bastante en secar. "Aquí hay cuadros que no recuerdo haber pintado", apuntó.
En definitiva es como entrar a hurtadillas en su estudio y hurgar entre sus bosquejos. Descubrir el laboratorio de un artista que ya lleva muchas exposiciones a sus espaldas. Ábalos se mostró encantado de exponer en la sala azul, casi al nivel del mar, donde el sol poniente se convierte en "foco natural" para sus cuadros.
surrealista convencido "Soy un fanático del surrealismo, por cosas que la gente no entiende", explicó el pintor donostiarra. Pintando en lo pintado, metiendo cuadros dentro de cuadros y valiéndose de la geometría para representar varias realidades paralelas, Ábalos pinta historias creadas de "recuerdos de luces". Le basta un paisaje que le "sugiera" realidad, no necesita estar frente a ella: "Para mí los bisontes que pintaban en las cavernas de la prehistoria son más bisontes que los de la naturaleza. Nunca he visto uno", confesó.
Hay relatos que según él solo se pueden contar mediante el surrealismo. "Todos los cuadros de Dalí son en realidad historias. La obsesión que tenía con las moscas por ejemplo. Se solía poner miel en los labios para atraerlas. Todo eso está en sus cuadros", recordó. El suyo es un surrealismo en el que Donostia y la bahía de La Concha están siempre muy presentes. En sus óleos es difícil discernir lo que es el interior de un edificio y lo que es la intemperie, ya que puede meter la bahía donostiarra en un salón junto a un cuadro o convertir un plato en mar.
Los paisajes son bodegones para el artista: "Un paisaje es una naturaleza muerta o, por lo menos, eso es lo que yo creo", precisó. Todo es posible en sus óleos, añade Ábalos. "¿Qué puede tener de realista un pintor si lo que intenta es engañar desde el momento que quiere representar un paisaje en un lienzo?", se preguntó el autor.
El visitante encontrará lienzos con trazos definidos, "fuertes" y más "difusos", en un trabajo que el donostiarra califica como "un estudio de la luz y el color". "Un pintor que no sienta pasión por la luz no se puede considerar pintor", apuntó. La influencia que la arquitectura tiene en su arte se hace notar sobre todo en la exposición del Náutico, donde están los cuadros de mayor envergadura. "Yo nací pintor y estudié arquitectura porque creía que podría vivir de ello, y así ha sido. La arquitectura me ha dado mucho".
Además de conocer la pintura del donostiarra los interesados tienen la opción de adquirir sus cuadros por precios que oscilan entre los 200 y los 3.000 euros aproximadamente. La colección cerrará sus puertas el 28 de agosto.