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"En las ciudades, el euskera se margina por zonas"

Bilbao. Bernardo Atxaga (Asteasu, 1951) participó, el pasado martes, en la II Jornadas de Poesía Vasca, celebradas en la Gran Vía bilbaina. Detalle destacable para este Premio Nacional, que critica la guetización del euskera en las grandes urbes.

Acaban de crear una nueva asociación de escritores en Euskadi. Es la tercera. ¿Qué le parece?

Como dijo Jardiel Poncela: Ni bien ni mal, sino todo lo contrario.

¿Puede ser el reflejo de la dificultad de los vascos para unirse?

Pocos temas son primordiales y ése no es uno de ellos: escribir, publicar y leer. Ése es el camino.

¿Y cual es la situación del euskera en esta coyuntura?

No sé, eso lo sabrán los sociólogos.

Usted pertenece a Euskaltzaindia.

Sí, y creo que la Academia puede hacer un bonito trabajo en la literatura. Debe influir en la sociedad.

Según ha dicho Xabier Amuriza, el euskera es poco concreto.

Amuriza ha dicho cosas muy interesantes últimamente. Su mayor preocupación, como la de otros muchos, es el purismo. Y hay un tipo de purismo que se suele disimular y que se niega a tomar nuevas palabras de otros idiomas. Amuriza dijo que al euskera le faltan unas 3.000 palabras.

Creo que dijo 20.000...

(Risas) Bueno, con 3.000 iríamos bien, incluso con mil, pero tiene razón en el planteamiento. El euskera debe ser más flexible. En Estados Unidos tuvimos la oportunidad de leer un diario de finales del XIX, se llama Euskal Herria: ¡Eso sí que era un euskera bonito y eficaz!

¿Por qué?

Usaban muchas expresiones que a nosotros nos han enseñado que no se pueden utilizar por ser calcos del castellano. Gabriel Aresti, tras leer mi texto Borobila eta puntua -El redondo y el punto- me dijo en una carta: Borobila dice Atxaga. Debería decidir ya si ser escritor o purista. Tenía toda la razón, un idioma tiene que ser lo más expresivo posible.

¿Cómo ve la literatura euskaldun?

Responderé intencionadamente: quienes escriben en la revista Erlea lo hacen muy bien. Pero no sé cual es la situación general. Y no lo digo para que la gente descanse de mi opinión, sino para que la gente compre Erlea. A mí me importa un bledo cómo se sienta la gente respecto del euskera, eso es su problema.

Se le ve disgustado.

Recelo de este tipo de preguntas porque luego la gente se acomoda y sigue leyendo algunos de esos detestables best seller en castellano, de los que soy tan contrario.

¿Y qué se debería impulsar?

Yo defiendo Erlea y la literatura en euskera, porque hay cosas muy buenas. Lo que necesitamos es que la gente compre y lea en euskera. En verano, suelo mirar qué es lo que leerán nuestros políticos y da igual que sean abertzales o no, de un palo o de otro, ninguno cita un libro en euskera. Todos hablan de algún best seller con un poquito de nivel, por aquello del glamour. Y eso para mí no tiene ningún valor. Esos no están conmigo. Los escritores euskaldunes estamos en la otra orilla del río. Y luego vendrán diciendo que por Euskal Herria darían el cielo y bla-bla-bla... yo necesito lectores en euskera y si no que callen para siempre.

¿Está cona ganas de cambiar esta situación?

Trabajo mucho y además con ganas. Aquí lo que hace falta es una revista crítica y satírica, como fueron Pott o Garziarena. Si tuviésemos fuerza...

En euskera, se sobreentiende.

Sí, claro. Pero si llegasen buenos textos en castellano, tendrían cabida, como ocurría en Garziarena. Yo defiendo el euskera, no ataco el castellano, que también es mi idioma.

El euskera sigue sin conquistar la ciudad...

De hecho diría que Bilbao lo ha perdido un poco. El euskera sí que está en la ciudad, pero hay espacios que aún hay que ganar. Hay una conexión entre los lugares y la situación vital de las cosas, por eso el euskera, en Bilbao, siempre está en Bidebarrieta y no en el Guggenheim -hay que agradecer que la BBK haya acogido estas jornadas en la Gran Vía-. Es una marginalización por zona. Azkuna no haría una presentación ahí, pues lo que no quieres para tí tampoco lo quiero yo. Ya tomé la decisión de no ofrecer charlas en Bidebarrieta, se acabó el ir al txoko.