"Hacer folk implica todavía cierta militancia musical"
La música de raíz valenciana y mediterránea de Urbàlia Rurana vuelve al País Vasco de la mano del Bidasoafolk'10. La banda, fundada hace dos décadas por Tony Torregrossa (buzuki, guitarra y voz), cerrará la velada inaugural del festival, que comienza esta noche en Hondarribia
Donostia. ¿Cuál de los espectáculos de su amplio repertorio traerán hoy a Hondarribia?
Ofreceremos el repertorio que hemos hecho para la celebración del 20º aniversario del grupo. A principios de año empezamos a celebrarlo con una especie de retrospectiva de temas antiguos y nuevas versiones, desde las primeras canciones hasta hoy día. Normalmente, cuando salimos de casa, nos adaptamos a las circunstancias. Bidasoafolk es un festival menos tradicional, así que intentaremos ofrecer un estilo no demasiado local. Habrá guiños a la cultura internacional-mediterránea.
El grupo vasco Hertzainak decía que "el rock no dejará nunca dinero en Euskadi", pero que eso lo hacía "más divertido". ¿Tras dos décadas en la escena musical, tiene la impresión de que pasa lo mismo con la música folk?
Cuando nació el grupo en el país valenciano, había una situación de urgencia para la música folk. Había que sacar propuestas como fuera, porque quedaban un grupo o dos que trabajasen en este ámbito. No tuvimos tiempo de plantearnos muchas cosas; simplemente había que poner en marcha nuestra propuesta. Nos costó arrancar porque no había un circuito de conciertos de este tipo, no había prácticamente nadie que programara folk aquí en Valencia.
¿Qué tipo de sonoridad corresponde a la etiqueta de folk valenciano?
Somos un grupo que no hace puramente folklore, sino que trabaja con cualquier influencia que venga de las músicas populares. En este campo hay grupos que son muy de la jota, otros de las seguidillas... y nosotros aceptábamos cualquier influencia que nos llegara a través del mar. De la misma forma que Valencia ha sido una ciudad abierta a todas las civilizaciones del Mediterráneo, queremos que siga siéndolo no sólo desde el punto de vista comercial, sino también musical. La etiqueta mediterránea puede ser similar a quienes utilizan la etiqueta de la música celta o de la música americana. Es difícil definirla, nos gusta que la gente nos escuche y luego nos dé su opinión.
¿Es difícil abrirse a las influencias del Mediterráneo manteniendo las raíces valencianas?
Sí, porque como no podemos desacernos del conocimiento y de la influencia de lo que puede ser unas tocatas de dulzaina -género omnipresente en toda la música popular valenciana-, junto con los pasacalles, las marchas y las dianas. Esto es una parte importante de nuestro repertorio. Además, los estilos de danza como la seguidilla, la jota, el fandango también tienen su importancia porque son estilos bastante vivos todavía.
¿Ha cambiado mucho el grupo en estos 20 años?
De la primera formación quedamos dos, pero el resto lleva ya bastante tiempo en el grupo. Los cambios de integrantes han llevado cambios de instrumentación, de color, de estilo y actualmente el grupo está basado en una sección de un par de dulzaineros, otra que es de cuerda y acordeón y luego está la base, formada por una tuba y una batería.
¿Se le presta ahora más atención a la música folk?
Hoy día es un estilo que se reconoce mucho más. El comentario inmediata en los 90 era "qué instrumentos más raros tocáis". Ahora, quien más quien menos sabe que existe un circuito de festivales y que es un estilo como el jazz, la música clásica o cualquier otro. Hay una serie de revistas monográficas y los medios le conceden más atención, por ejemplo. Nosotros, sin embargo, hacemos esta broma: hoy día que se habla tanto de crisis, nos parece que nosotros siempre hemos tocado una música que ha estado en crisis. Pero es cierto que la situación actual no se puede comparar con la que había hace 20 años.
¿Pero sigue siendo necesario reivindicar el respeto a este género?
Todavía implica cierta militancia el tocar este estilo, porque ten en cuenta que vivimos en un maremagnum de estilos. Además, dentro del folk y de las músicas populares hay muchas vertientes. No digamos ya si hablamos de los puristas, de los renovadores, de los experimentales. En un festival te puedes encontrar desde grupos que tocan un folk totalmente electrónico y que suenan a música contemporánea o new age, hasta formaciones que vienen del Tibet con instrumentos milenarios de percusión. Quizá por ello es difícil hacer entender al aficionado que es un género de calidad. Su nivel no siempre será de música culta, pero cuando uno toca la trikitixa como se hace en el País Vasco, o cuando se toca la zanfona como en algunas zonas de Francia, podemos hablar de un nivel de interpretación y de virtuosismo extraordinario. Comparable a la música clásica y antigua.