henri Bourtayre compuso algunas de las melodías más conocidas de las grandes estrellas de la canción en Francia a mediados del siglo pasado. Escribió también para Luis Mariano (Irun, 1914-Paris, 1970) a quien describía así: "Luis Mariano no fue solamente un astro de la opereta. Fue ante todo un chanteur de charme, con todos sus atributos: voz de terciopelo, físico agradable, sonrisa deslumbrante. Hablaba varios idiomas, diseñaba sus decorados, su vestuario... El artista Jean Gabin dijo que hay artistas a quienes se admira y otros a quienes se ama. Luis Mariano pertenecía a las dos categorías".
Mariano Eusebio González García dejó Irun y marchó junto a su familia a Francia al comenzar la Guerra Civil. Tenía a penas 22 años y su admisión en el Conservatorio de Burdeos supuso el comienzo de una carrera que le llevaría a ser uno de los tenores, cantante de operetas y de películas musicales más reconocidos en los cincuenta y los sesenta. Nació Luis Mariano y llegaron también las películas -como Cantor de México (1951) o Violetas Imperiales (1952) junto a su gran amor Carmen Sevilla-, las giras por todo el mundo y las galas en teatros y televisiones con audiencias millonarias.
Más reconocido fuera que dentro de casa, quienes le conocieron aseguran que siempre tuvo presente sus raíces, que cada vez que tenía dos días libres visitaba a sus amigos de Irun y que fueron muchas las veces que en plena dictadura franquista -cuando tenía prohibida la entrada- lloraba al ver su ciudad natal desde Biriatu.
Una de las personas que más y mejor conoció al artista y a la persona fue Patxi Lacan (París, 1925) que comenzó siendo su chófer y termino como secretario personal y heredero de la casa que el propio Luis Mariano diseño en Arcangues (Iparralde): Marianoko Etxea.
Huérfano de padre y madre, a sus 85 años, recuerda con una precisa memoria que a los diez años le "mandaron al País Vasco" dos meses para que "cambiara de aires". A los 19 se alistó en la Marina y tras tres años y de vuelta en París le ofrecieron ser chófer de Luis Mariano. Era 1950. "Hasta entonces ese trabajo lo hacía su padre pero no quería conducir más porque decía que la vida de los artistas era demasiado loca, que no había horarios. Así entré en una familia donde la madre y el padre me acogieron como a un hijo más", afirma Lacan.
Retrata una vida en la que la familia no estaba formada sólo por los vínculos sanguíneos: "Mariano no era nada exigente, era un hombre formidable. El pianista, él y yo estábamos todo el tiempo juntos, viajábamos en el mismo avión, en el mismo barco, íbamos al mismo hotel, comíamos juntos... Vivíamos igual".
Poco tiempo después, Lacan comenzó a tener más responsabilidades y se convirtió en "la persona que se ocupaba de todo: recogía los cheques de las galas, pagaba los restaurantes, me encargaba de los trajes...". Sin embargo, todavía entonces -a los cinco meses de conocerle- se dirigía a él con un "señor" delante de Mariano. "Hasta que un día me dijo: "bueno, ya basta con el señor, llámame Mariano". Un día su madre -Gregoria- me preguntó que por qué no le decía "señor" al patrón. Él se dio media vuelta y le dijo que así me lo había pedido. Era muy sencillo".
Hasta que el irundarra muriera un mes antes de cumplir 56, Lacan fue durante 20 años testigo privilegiado de la vida de un artista que recorrió medio mundo. "Estuvimos en Uruguay, Argentina, México, Cuba, Canadá, Egipto, Rumanía y Bulgaria, entre otros países. En algunos era tan famoso que conocían todas sus canciones", asegura su secretario.
amigo de sus amigos
Enamorado de Irun
En esos viajes muchos eran quienes se acercaban al cantante afirmando ser sus amigos o jurando conocerle. "Había gente que decía ser de Irun. "Soy amigo de Luis Mariano", gritaban. Pero nadie que tuviera trato con él le llamaba así. En cambio, cuando oía "soy amigo de Marianín", ése sí que era amigo de verdad de Irun", relata.
Lacan describe a un Luis Mariano enamorado de su ciudad natal. "Ha querido mucho a Irun y ha sufrido mucho, mucho por no poder ir durante varios años. Volver fue increíble para él. En sus giras cantaba lo que llamaba una canción "de mi país", una pieza en euskera y cuando necesitó bailarines los quería de aquí para que bailaran un fandango "de verdad".
Añade su secretario y amigo que Luis Mariano no se prodigaba en fiestas ni cocktails. "No le gustaba. Prefería estar entre amigos. Conocía a un pescador de Hondarribia, Lazkanotegi, y cuando venía siempre quería ir a verle y comíamos con él en su cocina. Eran momentos maravillosos. Nunca se olvidó de los amigos de la juventud", recuerda.
Lacan reconoce que el paso del tiempo hizo que lo que comenzó siendo una relación profesional se convirtió en algo muy especial: "Para nosotros fue más que un hermano; fue un padre, un amigo. Todo", apunta. Muestra de ello es la casa que heredó. "Cuando estábamos en Canadá el pianista que tenía murió en un accidente de coche y cuando volvimos a Francia me dijo: "Patxi, llevas casi 20 años trabajando conmigo, tienes una mujer y dos niños y un día nosotros también moriremos". Por eso nos dio el caserío de Arcangues".