El 'cometa del siglo' se está acercando a la Tierra y podrá observarse sin ningún problema desde Gipuzkoa a partir de este viernes 27 de septiembre hasta el sábado 12 de octubre.
Este cometa tiene dicho nombre porque se trata del cometa con más brillo del último siglo.
Aunque destacará en comparación con el resto de cometas, hay dos fechas en las que se podrá ver en mejores condiciones: entre el 27 y el 29 de septiembre mirando al este antes de la primera luz del amanecer y del 10 al 12 de octubre mirando hacia el oeste tras el atardecer.
El 'cometa del siglo', que se mueve a 290.664 kilómetros por hora y tiene un núcleo entre 6 y 15 kilómetros de diámetro, será el más brillante de los últimos 100 años por su aproximación y tamaño. Además, al ser un cometa "primerizo" el hielo se evapora con facilidad, lo que provoca que se altere su apariencia.
Al igual que para ver cualquier fenómeno astronómico, se recomienda escoger un lugar despejado y lo más alejado posible de la contaminación lumínica.
Asimismo, destaca que se podrá observar a simple vista, sin necesidad de prismáticos o telescopios.
¿Qué es un cometa?
Los cometas son cuerpos celestes fascinantes que viajan por el sistema solar, conocidos por su brillante estela que ilumina el cielo cuando se acercan al Sol.
Estos objetos están compuestos principalmente de hielo, polvo y gases, y se originan en las regiones más alejadas del sistema solar, como la nube de Oort y el cinturón de Kuiper.
Un cometa está formado por tres partes principales: el núcleo, la coma y la cola.
El núcleo, que es su parte sólida, está compuesto de hielo y rocas. Cuando el cometa se acerca al Sol, el calor sublima el hielo del núcleo, convirtiéndolo en gas, lo que forma una atmósfera difusa llamada coma.
La radiación solar y el viento solar empujan los gases y el polvo de la coma, formando la característica cola que siempre apunta en dirección opuesta al Sol. A menudo, un cometa puede tener dos colas: una de polvo y otra de gas ionizado.
Viajan grandes distancias
Los cometas siguen órbitas elípticas, lo que los hace viajar grandes distancias desde el borde del sistema solar hacia el Sol y luego de vuelta. Algunos cometas, como el famoso cometa Halley, tienen órbitas periódicas y visibles desde la Tierra cada ciertos años, mientras que otros pueden tardar miles de años en regresar.
Estos cuerpos celestes han fascinado a la humanidad desde tiempos antiguos, siendo a menudo interpretados como señales en el cielo. Sin embargo, hoy en día los científicos los estudian como cápsulas del tiempo, ya que contienen materiales primordiales que datan del origen del sistema solar. Misiones como Rosetta, que aterrizó en el cometa 67P/Churyumov-Gerasimenko, han permitido estudiar más de cerca su composición y comportamiento, aportando valiosa información sobre el pasado de nuestro sistema solar.