La IA en Medicina. Un futuro que ya está aquí fue el título de la intervención de Julio Mayol en el II evento deInnovación Cardiovascular Metacardio, auspiciado por Daiichi-Sankyo. En el encuentro se presentó el primer campus médico de formación inmersiva, Doctopedia XR.

Las patologías cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. ¿Cómo se aplicará la IA en esta área?

La inteligencia artificial (IA) ha llegado a la cardiología para quedarse. La mejora de la calidad y seguridad clínica de la atención médica de los pacientes pasa por la innovación en la aplicación de la digitalización, la IA, la realidad virtual o la analítica avanzada de manera transversal, englobando los proyectos de investigación, la formación de los profesionales sanitarios y el día a día del paciente. Solo así lograremos dar respuestas y revolucionar resultados en salud en las enfermedades cardiovasculares.

¿Las máquinas sustituirán a los humanos?

Es la fantasía de nuestra especie a lo largo del último siglo; el sueño es la creación de máquinas que permitan imitar y simular el comportamiento y las características cognitivas de nuestra especie para sustituirnos y hacernos mejores, que la máquina se comporte mejor que nosotros. Esta fantasía aparece, además, repetidamente en historias, en novelas, en la literatura y en el cine. El objetivo es convertirlo en realidad. 

¿Ese sueño será realidad o ya lo es? ¿Seguirán los humanos diseñando sus máquinas?

En gran medida estamos en que ese proceso se haga verdad; la ventaja o desventaja de la IA es que ella misma podrá reproducirse. Hasta hace poco, solo nosotros podríamos crear códigos para poder generar esa IA, pero ahora mismo las propias máquinas pueden crear el suyo para avanzar. Todavía no son independientes, pero sigue detrás esa sombra de que en algún momento puedan independizarse en cuanto a su reproducción de la vertiente humana.

¿Podrán llegar a tener sentimientos?

Las máquinas no sienten, lo único que hacen es calcular números, no tienen conciencia ni consciencia. Lo de las máquinas sintientes es una reflexión filosófica muy profunda, porque incluso a nosotros nos cuesta entender qué son los sentimientos. Nos es muy difícil reproducirlos y no sabemos exactamente lo que son. Lo que pasa, como decía Turing con su test de Turing, si nosotros no podemos diferenciar de manera cierta lo que una máquina cuenta y dice que siente de lo que nos cuenta una persona, en realidad están sintiendo, porque nosotros realmente nunca entendemos, pese a nuestra capacidad de empatía, lo que le pasa a otra persona por la cabeza; solo entendemos sus manifestaciones y ese es un reto filosófico importante.

El historiador, filósofo y escritor Yuval Harari divide a la población entre los que se unen a la IA y los que no.

La característica de estas herramientas es que pueden polarizar mucho la sociedad. En vez de disminuir las diferencias puede aumentarlas, porque habrá quien las utilice bien, quien las utilice mal y quienes no las utilicen. Harari habla de esa clase inútil de personas que no tiene ningún propósito, porque todo lo que hacían lo hace ahora la máquina y no han encontrado algo alternativo. Un gran reto para nuestra especie es precisamente encontrar aplicaciones para el tiempo que nos van a liberar las máquinas. Cómo generar riqueza, que no es solo capital financiero sino capital social, para aquellas personas que pierden su actividad esencial para vivir. Está relacionado con la renta básica y es complejo, por lo que tenemos que pensar cómo implantar impuestos para las máquinas, porque serán las que van a generar servicios.

¿Habrá que poner impuesto a las máquinas?

Sí, porque son las que generan beneficio; pero esas máquinas no pueden enriquecer solo a sus dueños, tienen que beneficiar a toda la sociedad. Si no lo hacemos el riesgo de pobreza es todavía mayor para grandes segmentos de la población, dejando la riqueza en manos de unos pocos.

ChatGPT, el GPT4 o incluso la robótica. ¿Los profesionales sanitarios siguen siendo reacios a la IA?

El ser humano es reacio al cambio porque no conoce cuál será su nueva posición de poder en la nueva sociedad. Lo que tenemos que hacer los profesionales sanitarios no es luchar contra ella, porque no está en nuestra mano hacerlo, sino aprender y utilizarla de la mejor manera y más beneficiosa para nuestros pacientes y también para nosotros. Debemos de centrarnos en las personas, aunque nos basemos en la tecnología; el objetivo deben ser las personas, su por qué y para qué. 

Las máquinas superan en las respuestas a los humanos. Pero, ¿cuál es la clave, la pregunta o la respuesta?

La clave es la inteligencia. Ya lo decía Picasso: “Las maquinas son tontas, pueden contestar muy bien, la inteligencia está en las preguntas”. Es cierto que si aprenden de nosotros podrían terminar haciendo preguntas, pero las preguntas relevantes hay que contextualizarlas. Ahí es donde la inteligencia humana tiene que destacar. De hecho, cuando se interacciona por ejemplo con ChatGPT nos damos cuenta de que, a veces, lo que nos parece tan obvio en nuestras preguntas no es tan obvio, porque la máquina no contesta a lo que nosotros creíamos que tenía que contestar, básicamente porque la pregunta estaba erróneamente formulada. Tenemos que acostumbrarnos a formular preguntas inteligentes, no a pensar más sino a pensar mejor.

Todos los días aparece la IA en algún titular de los medios. ¿No es excesivo?

Ahora mismo estamos en un ascenso de información sobre la IA, porque es fascinante y a los humanos nos encanta jugar con cosas y esto nos permite hacerlo. Luego habrá una caída y tendremos que dejarlo en su justo nivel, aunque todavía no podemos predecir dónde empezará esa caída. Ocurre que esta carrera por la IA produce poder y hay muchos intentando controlar ese poder, algo muy atractivo para todo ser humano que, en el fondo, busca no tanto el dinero, sino el poder. Todos, desde el punto de vista individual, aunque no seamos políticos, buscamos posiciones de poder.

¿Tener poder es que la IA dependa de mí para tomar una decisión?

Nos encanta eso. Por eso muchas veces decimos que la máquina no puede tomar esa u otra decisión, que la tengo que tomar yo. ¿Por qué?, porque así tengo poder, porque de esa manera dependen de mí. Tenemos que construir una sociedad en la que eso se mantendrá porque es una característica de nuestra especie, pero tenemos que hacerlo transparente y con rendición de cuentas. Y esto vale también para la IA.

¿Y las cuestiones éticas que conlleva?

Para eso tenemos que hacer dos cambios. La tecnología está aquí y nos puede ayudar y, de hecho, nos ayuda; pero primero tenemos que cambiar lo que yo llamo el modelo de negocio, porque la gente piensa que algo es público o privado y la IA no tiene que ver con eso, sino con el tipo de transacciones de capital social o financiero que se producen entre personas. Hasta hoy en la sociedad industrial hemos pagado un precio por la cantidad de cosas que hacemos, ahora tenemos que empezar a pagar por el valor que generamos para aquella persona que recibe el servicio.

¿Quizá porque hoy hay cosas que hacemos que no tienen valor?

En primer lugar, en el sistema sanitario hay cosas que se hacen que no tienen ningún valor, incluso lo empeoran porque generan complicaciones en los pacientes, que además luego sobrecargan de nuevo al sistema. Hay que dejar de hacer, no hacer más, sino hacer mejor. Lo segundo es cambiar la cultura, porque ese modelo de negocio nos ha llevado a nuestros sistemas organizados en silos de información, de conocimiento, y ahora las herramientas nuevas rompen esos hilos; ya no va a ser necesario ser un superespecialista, porque una persona con estas herramientas será tan especialista como cualquier otra. Con una reflexión colectiva tenemos que encontrar cuál ha de ser el propósito de la IA y de las nuevas tecnologías; quizá el no pelearnos más por ser quien más tenga, sino por ser quien genere mejores resultados para sus pacientes, para la sociedad en general.

Lo que propone supone un cambio importante.

Sí, sobre todo cuando el sector político no está a eso, sino a otras cosas, también en luchas de poder, pero de otra manera. Eso genera desconfianza y un elemento clave de la IA es generar confianza, porque el mayor valor de una persona es lograr la confianza de aquellos que te rodean. Si no somos capaces de construir esa confianza, si no hacemos lo que decimos no somos creíbles, no surge la confianza y las sociedades colapsan. En la IA lo más importante son la transparencia y la rendición de cuentas, porque la transparencia sola no vale, tiene que ir seguida de rendición de cuentas.

QUIÉN ES

Julio Mayol es catedrático de Cirugía (Fisiopatología y Propedéutica Quirúrgica, y Patología Quirúrgica) de la Universidad Complutense de Madrid y Jefe de Sección de Cirugía en el Hospital Clínico San Carlos. Desde 2010 es director de la Unidad de Innovación del Instituto de Investigación Sanitaria San Carlos (IdSSC) y patrono de la Fundación para la Investigación Biomédica San Carlos. En la actualidad está inmerso en un proyecto de Inteligencia Artificial (IA) y Robótica para mejorar el funcionamiento de los hospitales. En junio de 2016 publicó su primera novela, La guardia del doctor Klint.