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Pogacar da el do de pecho

El esloveno mágico suma su quinto Il Lombardia en solitario tras otra exhibición monumental por delante de Evenepoel y Storer

Pogacar da el do de pechoUAE / Sprint Cycling

Giuseppe Verdi fue el artífice de la unificación italiana, por entonces dividida en distintos reinos, –los Borbones en el sur, los Habsburgo en el norte, los Saboya en Cerdeña, el papa en el centro– cuando escribió la ópera Nabucco y su colosal éxito prendió sobre la Scala de Milán.

Aquella fue la chispa adecuada. En los palcos de la aristocracia austriaca de la Scala no comprendieron el alcance del libreto y la revolución fue in crescendo.

La obra se convirtió en un símbolo del Risorgimento por el coro "Va pensiero", que representaba el anhelo de libertad del pueblo italiano. El himno de la unificación.

En la Italia que se fundó a través del bel canto, la que venera la belleza, la que permite cualquier desliz ético pero no uno estético, sobresale la Clásica de las hojas muertas, que rinde homenaje al otoño.

Il Lombardia es la celebración del ocaso de los Monumentos. El reverso de la Primavera, de la Classicissima, de la Milán San Remo. Es Il Lombardia, el territorio que conquistó la ópera.

No existe tenor más grandilocuente que Tadej Pogacar, el ciclista al do de pecho pegado. El campeón del mundo, cuatro Il Lombardia consecutivos en las alforjas, se medía a la historia que protagoniza. Buscaba la huella de Fausto Coppi, mito italianísimo.

Abrumadora superioridad

Al enorme Coppi le bautizaron como Il Campionissimo. “!Un uomo solo è al comando, la sua maglia è biancoceleste, il suo nome è Fausto Coppi”. Así se anunciaban las gestas del Il Campionissimo el pasado siglo en la voz de Mario Ferretti a través de la radio.

Los tiempos cambian, pero los grandes campeones permanecen siempre en la memoria, perduran en la retina. Alguien escribirá y recordará dentro de varias décadas en las sobremesas las hazañas sobrenaturales del genio esloveno atravesando la historia, la su maglia è arcobaleno.

Pogacar muestra las cinco victorias en su llegada a Bérgamo.

Con su quinto Il Lombardia consecutivo igualó la marca de Coppi en número. Sin embargo, el esloveno se plantó como el único en la historia en ser capaz de hilar cinco Monumentos seguidos.

Pogacar talló su nombre para la posteridad. Por detrás, a 1:48, se presentó Remco Evenepoel. El podio lo cerró Michael Storer, a 3:14 del fenómeno Pogacar.

¿Qué hay después del genio esloveno? El bicampeón del mundo es un truco de magia, la fantasía inimaginable, lo inexplicable. Inalcanzable. Inaccesible. Érase una vez Pogacar...

Una criatura más propia de los cuentos y de los mitos que de la realidad. Otra vez imperial, el esloveno sin límites aniquiló a todos de un chasquido.

ll Lombardia


Clasificación

1. Tadej Pogacar (UAE) 5h45:53

2. Remco Evenepeol (Soudal) a 1:48

3. Michael Storer (Tudor) a 3:14

Da la impresión de que compite contra niños. Un gigante en Liliput. Una anomalía convertida por repetición en axioma o credo. El esloveno es una cuestión de fe.

La corona siempre es para él. En su reino, el resto son apenas súbditos. Incluso Remco Evenepoel, derribado de su orgullo con la onda expansiva del esloveno volador que detonó la bomba de vatios en el Passo di Ganda.

En ese instante, miró hacia atrás y un telón de plomo cayó sobre el resto. El show de Pogacar, todos los campeones en uno, enlazó otro capítulo para su serial de hazañas.

En su 20ª victoria del curso, el esloveno cuenta con el Tour, el Mundial y tres Monumentos: Tour de Flandes, Lieja e Il Lombardia, entre otras conquistar. Además, fue tercero en la Milán-San Remo y segundo en la París-Roubaix. Lo nunca visto. El pionero.

Otro curso glorioso para el elegido, que cuenta diez Monumentos en su biografía, en la que acumula 107 victorias en total. Pogacar dejó hace tiempo la naturaleza humana.

Es el hombre que no lo es, que es héroe, un mutante, el Prometeo que se acerca a Dios. "No me fijo en los números ni en los récords", dijo Pogacar tras su enésima conquista. "Tendría que pensarlo muy en frío, pero creo que no me arrepiento de nada esta temporada", analizó el esloveno tras su descomunal campaña.

La clásica arremolinó a numerosos peregrinos a la búsqueda de la gloria en Bérgamo tras una travesía de 240 kilómetros que partía desde Como. Il Lombardia se fue desmadejando con la nostalgia que provoca el otoño entre Madonna del Ghisallo, San Gottardo, Roncola, Berbenno, Passo della Crocetta con la fuga iniciática apresurada, donde cohabitaban Pello Bilbao, Ganna, Simmons, Vervaeke o Matthews, entre otros…

Simmons, en solitario

Simmons se desentendió de sus acompañantes y emprendió la búsqueda de un imposible en solitario. El gernikarra y el resto quedaron aislados, una isla entre dos continentes. El de Simmons y el pelotón.

El norteamericano de las barras y estrellas, era una estrella solitaria en el universo de Pogacar. Simmons dejó colgado en el retrovisor Zambla Alta, otra cumbre plegada. Su punto de fuga tenía que atravesar Passo di Ganda y Colle Aperto.

Por detrás, Pogacar ordenaba más ritmo a sus costaleros, arengados con el reclamo de la eternidad. Simmons, aspecto de motero, bigotón y greñas, montaba la bici como en un fotograma Easy Rider . No estaba dispuesto a entregarse. Rebelde con causa. La retaguardia cambió el paso.

El esloveno instó a sus muchachos a elevar los decibelios de la cacería en el Passo di Ganda, más de 9 kilómetros de subida en los que Pogacar alcanzó el éxtasis.

A la sombra de Pogacar respiraban Del Toro, Evenepoel, Storer, Alaphilippe, Seixas, Roglic, Bernal... Después del trabajo de Majka en el curso de su retirada, Vine abrió huella con pasión. En el grupo de seis, tres eran del UAE. Vine lo destrozó todo. Pogacar, infatigable, se disparó a continuación.

Demoledor Pogacar

Un cañonazo al corazón del sentido común. Otro despliegue irracional. A 37 kilómetros de meta, el campeón del mundo tiró a la papelera a sus rivales con el desdén de quien se sabe intocable. Solo tenía ojos Pogacar para Simmons, al que ejecutó en dos pedaladas. Otra exhibición para siempre.

El norteamericano entendió de inmediato que no se podía subir al cometa Pogacar, el sol que todo lo quema, energía atómica la suya. En el Passo di Ganda se acabó cualquier cálculo y emoción.

A casi dos minutos quedó colgado Evenepoel y más atrás aún Storer. Víctimas del despiadado esloveno. Un ciclista que solo sabe ganar por aplastamiento.

El repicar de campanas de la mística de Madonna del Ghisallo –patrona de los ciclistas desde que el papa Pío XII bendijera en 1948 a la virgen por la peregrinación de los aficionados, que le rezaban por la salud de los corredores– concede un halo especial a la clásica italiana. Una antorcha bendecida por el papa fue trasladada desde Roma hasta el santuario a relevos. 

Gino Bartali y Fausto Coppi fueron los campeones que dieron luz a la patrona del ciclismo. La antorcha la enciende ahora el incombustible Pogacar.

La portó el esloveno atómico desde Madonna del Ghisallo para alumbrar Il Lombardia, su territorio. La tierra que le pertenece. Es suya. El bicampeón del mundo fue recibido con honores. El pueblo, rendido a su encanto y en pie a su paso.

El gentío, hechizado, adorando a su rey, al emperador. Las campanas de celebración festejaron en Bergamo su quinta coronación. El do de pecho de Pogacar.