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Philipsen tararea la Marcha Radetzky

El velocista belga se impone sin discusión en Novara y es el primer líder de la Vuelta en una jornada que los favoritos salvan con comodidad

Philipsen tararea la Marcha RadetzkyEfe

A mediados del siglo XIX, en Novara, se produjo la batalla de Biccoca entre las tropas piamontesas que pretendían la independencia de Lombardía y las fuerzas austriacas, dirigidas por el mariscal Joseph Wenzel Radetzky.

El militar ocupó la ciudad y acabó con los sueños de los italianos del norte. En su honor, Johann Strauss padre compuso la Marcha Radetzky a modo de recordatorio del poder austriaco.

En Viena se celebran los logros del personaje con el concierto de año nuevo, que se cierra con el tarara, tarara, tarara, ta-tá, y aplausos al ritmo de la celebérrima composición que se mueve bajo la batuta de los mejores directores de orquesta del mundo.

Jasper Philipsen celebra en el podio con el maillot de líder de la clasificación general.

La Marcha Radetzky sonó en Novara para enaltecer a Jasper Philipsen, el primer líder de la Vuelta, después de resolver el esprint con precisión quirúrgica. El belga se impuso con contundencia y despachó el esfuerzo de Vernon y Aular en una llegada que dominó de punta a punta. En julio también fue el primer líder del Tour. Más tarde tuvo que abandonar por una caída.

"Esta victoria es un sueño después de lo que sucedió en el Tour. Tenía baja la motivación después de la caída y la retirada, pero vine a la Vuelta después de una preparación dura, y tenía mis objetivos. Esta victoria supone mucho para mí", destacó el belga.

En perfecto estado de revista en Novara, nadie se aproximó a Philipsen, impulsado de fábula por sus lanzadores. El belga descorchó su cuarta victoria de etapa en su biografía en la Vuelta.

Engordó su palmarés, donde destellan 55 victorias, con un ejercicio de enorme superioridad. Se puso al rojo vivo Philipsen, demasiado veloz para el resto de guepardos.

El final, que recordaba los orígenes de la Marcha Radetzky, comenzó con la pose del herederos de la dinastía Grimaldi, originaria de Italia.

Alberto de Mónaco gobierna en el Principad, –un refugio para ricos, acaudalados y famosos de apenas 40.000 habitantes que se hamacan frente a la Costa Azul– desde hace dos décadas. Festejó la efemérides a mediados de julio.

“Todo lo que he hecho cada día, ya sea en la escena internacional, en la soledad de mi oficina o en los mares lejanos, lo he hecho por vosotros”, dijo en el acto de conmemoración de su reinado. Se supone que la apuesta por acoger la salida de la Vuelta del próximo año está recogida en ese discurso.

En Turín, cerca de sus dominios, Alberto de Mónaco era el invitado de honor de la Vuelta, que el próximo año comenzará en el Principado con una crono que en parte compartirá el asfalto por el que ruge la Fórmula 1.

La capital piamontesa resulta familiar para el príncipe de Mónaco. Allí, durante los Juegos Olímpicos de Invierno de 2006, oficializó su relación con la nadadora sudafricana Charlène Wittstock.

Alberto II posó sonriente a modo de invitado de honor de la carrera. No se le conoce otro gesto al príncipe. Los lujos tienden a iluminar el rostro entre fiestas.

Vuelta a España


Primera etapa

1. Jasper Philipsen (Alpecin) 4h09:12

2. Ethan Vernon (Israel) m.t.

3. Orluis Aular (Movistar) m.t.

4. Elia Viviani (Lotto) m.t.

5. Iván García Cortina (Movistar) m.t.

6. David González (Q 36.5) m.t.

7. Bryan Coquard (Cofidis) m.t.

52. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) m.t.

96. Markel Beloki (Education First) m.t.

120. Mikel Landa (Soudal) m.t.


General

1. Jasper Philipsen (Alpecin) 4h09:02

2. Ethan Vernon (Israel) a 4’’

3. Pepijn Reinderink (Soudal) m.t.

4. Orluis Aular (Movistar) a 6’’

5. Nicolas Vinokurov (Astana) m.t.

6. Koen Bouwman (Jayco) a 8’’

7. Elia Viviani (Lotto) m.t.

54. Xabier Mikel Azparren (Q 36.5) m.t.

98. Markel Beloki (Education First) m.t.

122. Mikel Landa (Soudal) m.t.

La solemne alegría era una banda tricolor que decoraba el traje del regidor italiano de turno en el corte de cinta. En Italia se permite cualquier desliz ético, pero los estéticos penalizan para siempre. Del ridículo nunca se vuelve.

La Vuelta tenía ese aire de Giro, de la algarabía y del griterío, del entusiasmo y la pasión de la fanfarria de los tifosi, encuadrados en los paisajes bellos que reconfortan la mirada en un agosto que se va replegando hacia el encuentro con septiembre.

Hugo de la Calle rueda en solitario.

De la Calle, valiente

Entre el verde resplandor del Piamonte surgió la clásica fuga con más ilusión, descaro y esperanza que aliento. Reinderink, Vinokurov, Joel Nicolau, Bouwman, Verre y Hugo de la Calle abrieron el paso de la comitiva camino a Novara en una etapa promovida para el esprint.

Los equipos de los velocistas jugaron con los fugados con la técnica del yo-yo. De la Calle, debutante, se resistió por eso del orgullo de las primeras veces y el empeño irreductible y enajenante que tira de los pioneros, de las expediciones alimentadas desde el interior.

El asturiano era un hombre contra el mundo pero sin la palanca que reclamaba Arquímedes y aquel principio de la física.

En su primer día en una grande, De la Calle quiso disfrutarlo porque en la memoria queda más el cómo que el qué, el viaje que el destino. Era un pregonero de sí mismo recorriendo el Piamonte en solitario en bicicleta.

Un plan estupendo para un joven que no dispone de un asiento en el interraíl. De la Calle pudo saludar al Lago Maggiore antes de su capitulación un hora después de desprenderse de sus compañero de fuga.

Se fue componiendo la coreografía del esprint, con esa diálogo que prevalece entre las escuadras de los velocistas y la de los nobles. Cohabitan en el mismo espacio, si bien el objetivo es distinto.

Los primeros tratan de acelerar a los hombres rápidos dándoles refugio y amparo ante el viento y el desgaste y los segundos custodian a los altos mandos para protegerles de cualquier incidente.

El Visma activó su propio discurso para llevar a hombros a Vingegaard, que alcanzó Novara sin sobresaltas.

Replicó el mismo modelo el UAE para acomodar a Almeida y Ayuso en el entramado final, donde los nervios palpitan a pesar de la serenidad de una jornada que acabó a toda velocidad.

No hubo sorpresas en la composición. La orquesta hizo sonar cada nota del pentagrama sin error hasta la explosión de alegría con la carga de la caballería. Philipsen celebra la Marcha Radetzky.