El caso de Xabier Berasategi ejerce de perfecto ejemplo sobre cómo se curten los ciclistas vascos, cocinados a fuego lento en el circuito aficionado local. El de Olaberria, nacido en el 2000 como Remco Evenepoel, tiene 22 años, pero cumplió con el filial de la Fundación Euskadi, el actual Laboral Kutxa, sus cuatro temporadas en edad sub-23. Este curso, mientras, da el paso definitivo a la élite de la mano de la formación naranja. Y desde el pasado viernes puede ya presumir de que posee el carnet de corredor profesional. “Fue un día muy muy duro”, rememora sobre la jornada de la Challenge de Mallorca en la que el pelotón le dio su particular bienvenida.

“El objetivo consistía en entrar en la fuga. Pero se arrancó a tope y, tras el circuito inicial, reventé en un puerto. Ya lo podía intuir y de hecho lo sabía, pero la jornada me sirvió para comprobar que aquí se va muy rápido”, agrega Berasategi, quien, en sus intentos de meterse en la escapada, pudo al menos codearse con ciclistas a los que hace nada veía por televisión. “Era un día de perfil complicado, con muy mal tiempo, y el grupo que se hiciera tendría opciones de llegar a meta. Alaphilippe y compañía anduvieron muy atentos en todo momento y les pude ver de cerca”, explica el de Olaberria sobre la fase previa a que el recorrido accediera a zonas altas de montaña.

“Me metí en una grupeta y así hasta la llegada”, resume el corredor naranja sobre el tramo final del día, cuando tuvo que sufrir horrores. Se coronaba el Puig Major, a casi 900 metros de altitud. Y Berasategi difícilmente olvidará sus penurias allí arriba. “Hacía tiempo que no pasaba tanto frío encima de la bicicleta. Hubo un momento en el que dejó de llover y lo que caía era más nieve que agua”. Su pelotón, compuesto por 33 ciclistas, cruzó la línea de meta a más de 19 minutos del ganador Kobe Goossens (Intermarché), fuera de control por cuestión de escasos segundos.

La revancha

La Challenge de Mallorca no tiene clasificación general: es una sucesión de clásicas que ofrece a los equipos la posibilidad de alternar sus alineaciones entre jornada y jornada. Así, el director deportivo Jorge Azanza apostó por el concurso de Berasategi el viernes y en la prueba final de este domingo, oportunidad aprovechada por el de Olaberria para tomarse la revancha respecto a su estreno. “Todo apuntaba a un esprint, así que iba a ser más sencillo entrar en la escapada”. Xabier lo logró, y además se adjudicó la clasificación de la montaña. “En el primer corte entramos Xabier Isasa y yo. Cuando nos estaban cogiendo, saltó un belga (Van Hemelen) y me fui con él. Luego se nos unieron otros tres corredores”. 

El guipuzcoano asume que el guion del domingo resulta mucho más parecido al de cualquier carrera profesional que el vivido en el debut del viernes, una locura más propia de la Aiztondo Klasika o de otras pruebas amateurs. “Cuando se corre, está claro que el ritmo arriba es mucho mayor. Pero las etapas también suelen tener aquí momentos de cierta tranquilidad”, reflexiona Berasategi, cuyo objetivo reside en progresar durante los próximos meses y, por qué no, figurar en escapadas más selectivas que la de Mallorca. “Es cierto que el año pasado empecé muy bien, pero normalmente me cuesta arrancar. Ahora estoy en forma. Dentro de unas semanas andaré bastante mejor”. Sus próximas citas para intentar dejarse ver tienen un punto marcadamente exótico: correrá el próximo domingo la Figueira Classic (en Portugal), y luego llegará el turno de viajar a África para completar las ocho etapas del Tour de Ruanda (entre los días 19 y 26 del presente mes).