- En Évora, todos los caminos conducen a la Plaza de Giraldo (Praça do Giraldo) y siempre fue así desde su construcción, que data entre 1571 y 1573. La plaza es un homenaje a Geraldo Geraldes, al que llamaban el Sin Pavor, que arrebató Évora a los moros en el siglo XII. El rey Alfonso Henriques le premió por la conquista y la valentía. Le nombró alcalde de la ciudad. Juanjo Lobato no será el máximo edil de la ciudad portuguesa, pero honró a su equipo, el Euskaltel-Euskadi, con un triunfo al esprint, que siempre demanda determinación, coraje y arrojo, en la jornada de cierre de la Volta al Alentejo. Lobato guarda buenos recuerdos de la cita portuguesa. En la pasada edición, el velocista gaditano selló otra victoria en el Alentejo. Repitió pose Lobato, feliz por el logro. Su último festejo databa de junio, cuando se impuso en la jornada inaugural del Alentejo. Lobato tenía saudade. Demasiado tiempo sin paladear una onza de felicidad. Añoraba la sensación única e incorruptible que otorga la gloria, tan intensa por efímera y volátil. Así son los duelos de velocidad. Adrenalina y frenesí. Euforia.

Lobato venció por aplastamiento, pero el triunfo tuvo algo de inopinado. Las carreras y sus vicisitudes. “La verdad es que casi ni esprinto porque a falta de cinco kilómetros nos hemos tenido que poner a tirar. El líder ha pinchado y teníamos que intentar aprovechar la oportunidad para ver si Azparren podía llevarse la general pero Aular ha reaccionado muy bien”. Una vez regresada la cordura, comenzó el cortejo del esprint. El segundo acto para Lobato. El gaditano tenía la intención de lanzar a Aristi, pero su arrancada le catapultó a la victoria por pura inercia. “A falta de un kilómetro, Aristi me ha dicho que venía a rueda, así que he intentado lanzar desde lejos. He lanzado a 400 metros y ha salido bien; he metido unos metros que después ya no han podido recortar los rivales”, describió el andaluz. Nadie se interpuso cuando empujó Lobato en la calle adoquinada y se elevó al triunfo. Allí, en el podio, le colocaron un sombrero.

La carrera ha vigorizado al equipo naranja, que completó una actuación para quitarse el sombrero. El Euskaltel-Euskadi se ha descamisado. El maillot abierto a dos aguas. A pecho descubierto. El laurel de Lobato enlaza con la victoria que obtuvo Xabier Mikel Azparren el jueves. Lo bordó el Euskatel-Euskadi, el mejor equipo de la carrera, a través del hilo conductor de la victoria. Además, el donostiarra finalizó la carrera rozando el triunfo total. Le faltaron un puñado de segundos, solo cinco, -los que se le escaparon en la contrarreloj del sábado-, para destronar a Orluis Aular.

El venezolano del Caja Rural, cuarto en el esprint de Évora, resistió con solvencia y se coronó. También fortalece la carrera lusa al Caja Rural, que aún mastica la decisión de verse fuera de la Vuelta después de estar presente ininterrumpidamente desde 2012. Lejos de decaer por la dolorosa notificación de su exclusión de la Vuelta, desde la escuadra navarra se ha optado por demostrar su valía sobre el asfalto. A través de Aular, su mejor embajador en Portugal, el Caja Rural completó la Vuelta al Alentejo con unos registros extraordinarios. Un acto de rebeldía y reivindicación. El Caja Rural recoge seis años más tarde una victoria global en una carrera por etapas, desde que lo consiguiera Hugh Carthy en la Vuelta a Asturias de 2016. El Caja Rural respondió en la carretera a su ausencia en la Vuelta a España que supo el pasado lunes.

Quinta y última etapa

(Euskaltel-Eus)

General final

2. X. M. Azparren (Euskaltel-Euskadi)a 5’’