Degenkolb ve la luz en Roubaix tras dos años de calvario
fue atropellado en enero de 2016 mientras se entrenaba con sus compañeros de equipo
Donostia - La carrera deportiva de John Degenkolb a punto estuvo de truncarse el 23 de enero de 2016. Aquella mañana de pretemporada, el ciclista alemán rodaba en compañía de otros cinco compañeros del Giant en una carretera cercana a Calpe cuando fueron arrollados por un coche que invadió el carril contrario. No hubo que lamentar ninguna víctima mortal, aunque Chad Haga y Degenkolb salieron peor parados que el resto; el segundo llegó al hospital con un dedo de la mano colgando y se libró de la amputación de milagro, aunque a día de hoy, dos años y medio más tarde, aún arrastra secuelas en dicha falange.
Antes del accidente, en el palmarés del esprinter figuraban logros de enjundia, como una Milán-San Remo, una París-Roubaix, varias victorias de etapa en la Vuelta a España y una más en el Giro de Italia. Regresó a la competición en mayo de ese mismo con la incógnita de cuál sería su rendimiento. Desde su vuelta al pelotón ha cosechado seis triunfos más, los cinco primeros en carreras menores, ninguna comparable al de ayer, cuando a escasos metros del velódromo de Roubaix que le vio triunfar en la primavera de 2015, conquistó su primera victoria de etapa en el Tour de Francia y se unió al selecto grupo de vencedores en las tres grandes.
Gritó al cielo tras ganar la temida etapa del pavés y dedicó la victoria a un amigo fallecido el pasado invierno. “Era como mi segundo padre”, aseguró el alemán mientras derramaba alguna lágrima. Un llanto de alegría por toda la emoción contenida. Su liberación, por fin, después de haber vuelto a nacer.
“Esta es una gran victoria. La esperaba desde hace mucho tiempo. He pasado por muchas cosas, por momentos difíciles. Todo el mundo dijo que había terminado y que no volvería a hacer nada. Pero dije que no, que no había terminado en absoluto. Me propuse que debía conseguir al menos una gran victoria para dedicársela a un amigo que falleció hace poco. Estoy muy contento de poder hacerlo”, expuso un emocionadísimo Degenkolb.
A sus 29 años, y tras vencer con solvencia a Greg Van Avermaet e Yves Lampaert al esprint, el corredor alemán demostró tener aún cuerda para rato. Quizás necesitara una victoria de prestigio como la lograda ayer para remontar el vuelo definitivamente. - A. Martínez