Una bala siempre llega a su destino. Tal vez haya que ajustar la mira, pero los cazadores pocas veces perdonan tres oportunidades. Alejandro Valverde tampoco. El bala perdonó tanto en Quimper como en el Muro de Bretaña, dos finales acordes a sus características de clasicómano. Dos repechos exigentes que sacaron de la ecuación a los sprinters puros. Los candidatos eran otros. Entre ellos, Valverde. El murciano fue cuarto en Quimper y tercero ayer en el Muro de Bretaña. “He rematado otra vez al poste”, se lamentó el ciclista del Movistar tras dejar escapar la segunda ocasión. Valverde es un killer y no se espera que falle más tiros.

En la subida de Quimper no pudo hacer nada ante la enésima exhibición física de Peter Sagan, que dominó de punta a punta. Fue tercero, detrás de Colbrelli, el único que disputó el triunfo al eslovaco. Ayer, sin embargo, le sorprendió el lejano ataque de Dan Martin, vencedor a la postre. “Ha sido un final complicado para la colocación”, reseñó Valverde. Es extraño verle fallar en situaciones así. A sus 38 años se ha curtido en mil batallas. Posee en su palmarés cuatro victorias de etapa en el Tour de Francia y se subió al tercer escalón del podio en los Campos Elíseos en 2015. Escondido tras los focos que atraen a Nairo Quintana y Mikel Landa, el murciano buscará su parte de protagonismo en la carrera francesa.

el renacido Pocos olvidarán la escalofriante caída que sufrió el corredor del Movistar en la contrarreloj inaugural de la pasada Grande Boucle. En una jornada lluviosa, Valverde se fue contra las vallas de seguridad en una curva cerrada. Parte médico: fractura de peroné y tobillo. Adiós al Tour y a la temporada, esa que tanto esperaba por el Mundial de Bergen. Valverde volvió como solo él sabe, ganando. A estas alturas del curso tiene en su vitrina siete victorias, más las generales de la Volta a Catalunya, la Volta a la Comunitat Valenciana, el Circuito de Abu Dabi y la Ruta a Occitania. No es descartable que en el Tour de Francia pueda ampliar su extenso palmarés.