Alex Aranburu (Ezkio, 1995) y Jon Irisarri (Leaburu, 1995), parte importante del futuro del ciclismo guipuzcoano, siempre recordarán la Itzulia 2017. El primero, que había subido al pelotón profesional un año antes de la mano de Murias, y el segundo, en su primera temporada con los mayores, se estrenaron entonces en una carrera de categoría World Tour. Encararon aquella carrera con respeto, con “miedo” incluso, expresión que emplea Aranburu. Irisarri lo explica con otras palabras. “Me planté en la salida con las lógicas dudas. No sabía si daría el nivel suficiente para estar ahí. Ni siquiera sabía si podría terminar. Ya vi que sí, que soy capaz”. Doce meses después, ambos repiten experiencia. Y tres días de carrera les han bastado para acreditar que han progresado durante este tiempo. Ayer ambos fueron protagonistas.
“Esta vez había venido con la intención de hacer algo más, principalmente conseguir entrar en una fuga”, asegura Irisarri, que en la tercera etapa de la Itzulia logró su propósito. Integró ayer el grupo de ocho escapados junto a ciclistas de la talla de Thomas De Gendt, una circunstancia que cumple con sus expectativas previas y que tiene también su intrahistoria. El año pasado lo intentó por activa y por pasiva, pero no logró desmarcarse del pelotón. Y este lunes en Zarautz era el siguiente ciclista del Caja Rural al que le tocaba saltar, tras Jonathan Lastra. El ataque del vizcaino terminó fructificando y Jon se quedó con las ganas, con la espina añadida de un inoportuno pinchazo final cuando colocaba a Alex Aranburu para la fase decisiva del día.
En una Itzulia “muy dura, con emboscadas típicas de esta carrera”, la etapa alavesa significaba una de las mejores oportunidades para dejarse ver, e Irisarri la aprovechó. Seguro que la jornada de ayer sirve al de Leaburu para terminar de adquirir ese golpe de pedal que buscaba conseguir a medida que avanzaran los días. “Este año he empezado suave, porque la temporada pasada la cerré tarde, en China”. La referencia del País Vasco dice que ha progresado durante estos doce últimos meses. Y su edad, 22 años, apunta a que esa trayectoria ascendente puede tener continuidad. Es un ciclista muy bien considerado, participante en 2017 con la selección española en el Mundial sub’23 de Noruega y en el Europeo absoluto de Dinamarca.
un ciclista distinto Alex Aranburu es un ciclista de características diferentes. Mientras Irisarri fraguó sus éxitos como amateur superando puertos con los mejores y mostrando una notable punta de velocidad en grupos reducidos, gran parte de las ilusiones depositadas en el ezkiotarra apuntan a las clasificaciones generales, ya que se trata de un corredor completo. 41º en la pasada Itzulia, el lunes comenzó la presente con ese chip. “Los directores me comentaron que en las primeras etapas intentara aguantar lo máximo con los mejores, a ver hasta dónde podía llegar”. Pero terminó 38º en Elkano y 49º en Bermeo. Vía libre para las ofensivas.
De momento, mientras su potente motor le acerca a librar con los profesionales batallas como las mantenidas en su día en el prestigioso Tour del Porvenir (en 2016 fue noveno en la etapa reina), Aranburu se deja ver con ataques en los kilómetros finales de las carreras. En Omán sorprendió saltando a por Terpstra en el epílogo de la cuarta etapa. En la reciente Coppi e Bartali fue undécimo en un final en alto tras intentarlo a pie de puerto. Y ayer trató de poner tierra de por miedo ya con Gaubea a la vista. “Esto es el World Tour. Esto es otro nivel. Pero a ver si el viernes o el sábado puedo entrar en una buena fuga”.