Alcoi. Igor Antón, que viste de rojo, primero de la Vuelta, y corre con el aplomo de los chicos bien hechos, curtidos en la contrariedad, resistentes e inalterables porque los palos le han endurecido la piel, nada le altera. O sí. "En Xorret, subiendo, pensaba en soltar a Purito para ir a por el maillot de líder. Pero por detrás me templaba Gerri (Gorka Gerrikagoitia, director de Euskaltel). Me decía que la Vuelta es larga, que quedaba mucho y que habría más oportunidades". Le hizo caso. Se plegó a la sombra de Joaquim Rodríguez y así, desde la templanza, se vistió por primera vez con el maillot de líder de una grande.
Lo lució ayer en Calpe, domingo de playa, ante un gentío. Glamour mediterráneo: chancletas, bañador y toalla. Antón se sentó en las escaleras del autobús más tranquilo que nervioso, miró al frente y habló de sensaciones. De que ser líder no tiene nada que ver con ganar una etapa. Del "subidón" que sintió cuando le confirmaron, después de descartarlo, de creerse segundo tras Purito por un segundo, que el maillot rojo era suyo. De que por la noche, algo, mucho, de los nervios y la ilusión del niño que ganó en Calar Alto le queda al tipo maduro que ha gobernado la primera semana de la Vuelta, buscó en YouTube el vídeo de la etapa y no lo encontró. Y de que es una bendición compartir habitación con Egoi Martínez, líder hace dos años de la ronda -fue el primero de Euskaltel en lograrlo-, "porque sabe cómo funciona esto y me templa".
Antón, aquel muchacho acalorado que subió al cielo en Calar Alto en 2006, ha crecido de tal manera que ahora, transcurrida una semana de la Vuelta, carga con el peso de ser el principal favorito, junto con Nibali, temible el italiano por su polivalencia, notable subiendo, bueno contra el crono, y, quizás, Purito, sin que ello le genere la inquietud pretérita. "No creas, tampoco es que haya dormido muy bien", matiza jocoso el galdakoztarra. Alguien le pregunta entonces si se siente agobiado, si le oprime el maillot rojo. Y Antón, que acostumbra a repetir las preguntas, "¿agobiado?", contesta que para nada, que no se trata de agobio, sino de sentir la responsabilidad y asumirla con naturalidad. "Se trata de cambiar el sentido. En lugar de obsesionarse con la presión hay que pensar que ir de líder quiere decir que las cosas se están haciendo bien", razona el escalador naranja. "Ahora yo tengo la mentalidad de las tres semanas, el pensamiento de pensar que puedo estar arriba, pero siendo paciente, sabiendo que queda muchísimo, que hay que ir día a día", dice.
"Me siento mejor que nunca", añade Antón, que no descarta ganar la Vuelta, aunque lo dice con la boca pequeña mientras vocifera, la tranquilidad, la calma, "no hay que emocionarse", que disfruta del presente. "No es por la presión. Eso se asume. He vivido situaciones en mi carrera que me han preparado a ello".