Un salto de cadena
ANDY Schleck declaró ayer que a él no le habría gustado vestirse de amarillo de la forma en que lo hizo Alberto Contador, que sacó partido de la salida de cadena que sufrió el luxemburgués. Personalmente, a mí tampoco, aunque al pinteño sólo se le pueda achacar que no echó el balón fuera cuando el rival estaba en el suelo, si vale el símil futbolístico.
Incluso, podríamos afirmar que el madrileño es un líder más justo que Schleck, ya que el del Saxo Bank nunca se habría enfundado el maillot jaune si todo el pelotón -hipnotizado por Cancellara- no lo espera, a él y a su hermano, camino de Spa. A mi modesto entender, hubo más motivos para parar ayer que aquel día. Entonces, cuando los hermanos y medio pelotón se cayeron en la bajada de Stockeu, aún no estaba la carrera definida, y no es cuestión de parar cada vez que un corredor besa el suelo. Sin embargo, desde hace una semana el Tour es cuestión de dos, y ayer uno echó pie a tierra y el otro atacó. ¿Es lícito? Sí, pues Contador sólo se benefició de una circunstancia de carrera. ¿Es bonito? ¿Ético? A mí no me gustó, aunque esto es ciclismo profesional y el del Astana no atacó a un rival caído. Que otra vez Andy tenga más sensibilidad con el cambio.
Me vienen a la cabeza el Tour de 2001, cuando Lance Armstrong esperó a Jan Ullrich cuando éste se cayó en una bajada, y el de 2003, cuando el alemán, que estaba demarrando, aguardó al texano cuando se fue al suelo con Iban Mayo en Luz Ardiden.
El percance de Andy nos privó de un mano a mano que prometía, porque el entonces líder acababa de atacar, a su rueda intentó salir Vinokourov y a Contador le costó reaccionar. Quizá por verse exigido, no vio al luxemburgués parado en mitad del asfalto. La carrera estaba lanzada, era difícil parar, pero el carisma de Alberto bastaba para aplacar a Menchov y Samu. No lo hizo y ya es líder. Seguramente, los tiempos de ayer no influyan en París, pero el detalle queda para el recuerdo.