"Alberto Contador me atacó en el momento justo"
mende. Alexandre Vinokourov tiene sed. Alexandre Vinokourov acaba de aterrizar en el aeródromo de Mende y la garganta le quema porque se ha pasado el día tragando el aire de fuego del Midi, el aliento ardiente del corazón del macizo de las Cévennes. Tiene sed Vinokourov. Agua, agua. Le dan uno de esos brebajes de colores que parecen jarabe y lo ha mirado con disgusto. Agua, agua. O un extintor. Es lo único que apaga las llamas. Contador le ha devuelto el golpe de Avoriaz a Andy y ha recuperado los diez segundos que perdió entonces en Mende, donde ha ganado Purito el sprint de los ultraligeros -él y Contador- y Vinokourov ha sido tercero, a cuatro segundos. Pero no está contento el kazajo. ¿Qué le ocurre?
mende. Alexandre Vinokourov tiene sed. Alexandre Vinokourov acaba de aterrizar en el aeródromo de Mende y la garganta le quema porque se ha pasado el día tragando el aire de fuego del Midi, el aliento ardiente del corazón del macizo de las Cévennes. Tiene sed Vinokourov. Agua, agua. Le dan uno de esos brebajes de colores que parecen jarabe y lo ha mirado con disgusto. Agua, agua. O un extintor. Es lo único que apaga las llamas. Contador le ha devuelto el golpe de Avoriaz a Andy y ha recuperado los diez segundos que perdió entonces en Mende, donde ha ganado Purito el sprint de los ultraligeros -él y Contador- y Vinokourov ha sido tercero, a cuatro segundos. Pero no está contento el kazajo. ¿Qué le ocurre?
Lo ha intentado en la Croix Neuve, corto y duro. Tres kilómetros al 10%. Lo ha intentado tras pasarse el día masticando el aire hirviendo del Midi, presentarse en el pueblecito de Mende junto a Kloden, Kiryienka y Hesjedal y quedarse solo sin mirar atrás, sin girar la vista en ningún momento. Sólo los inseguros lo hacen, los temerosos. No es de esos Vinokourov. La única vez que se ha descompuesto su pose hierática sobre la bicicleta ha sido cuando a su lado, solo ya, a un palmo de la cima, ha pasado su compañero Contador, el bailarín, con el menudo Purito metido en el bolsillo. Algo gordo ha tenido que pasar, piensa Vinokourov, para que Alberto le aparte de la victoria. La respuesta es una ausencia: la del maillot amarillo. 10 segundos a cambio de la etapa, que se la birla Purito al Astana.
"¿Es justificado?", le preguntan a Martinelli, el gesto inalterable. "¿Ha merecido la pena?", le ametrallan antes de que abra siquiera la boca, y el italiano, cuando al fin puede hablar y explicarse, dice que no hay nada anormal en lo que ha ocurrido, que es una pena que Vinokourov no haya ganado la etapa, pero que las circunstancias mandan más que cualquier deseo en el Tour. "Si se queda el maillot amarillo?", justifica lo ocurrido.
Y lo ocurrido es lo inopinado, la debilidad del maillot amarillo en el kilómetro final de Mende, cuando arrancó la Vespino Joaquim Rodríguez, las piernitas negras y explosivas, los pulmones henchidos después de pasarse los últimos tres meses, desde la Lieja, en su apartamento de Andorra, a 1.800 metros altitud, puerto arriba y puerto abajo, comiendo oxígeno. La respuesta fue de Contador, por la izquierda, pegado al barranco. Dibujó la trayectoria de su misil hasta la rueda de Purito. Allí se detuvo. Colgado de los pedales, saltarín. "Dudé", dijo luego. "Estaba extrañado de que Andy no llegase". Andy no llegaba porque las piernas no eran las de los Alpes, la exuberante musculatura de Avoriaz o La Madeleine, la frescura, la imagen grácil del luxemburgués abalanzado sobre la bicicleta, de pie, poderoso. Ayer salió a por su rival y se sentó de inmediato. "Sabía que podía pasar, llevaba todo el día sintiéndome mal". El desplome descolocó a Contador. Tardó en lanzarse de nuevo hacia arriba, donde Vinokourov coceaba los pedales camino de su redención en el Tour.
A cuatro segundos llegó Vinokourov. Seco y desencantado, la mirada gris. Luego Andy, Samuel -"no me quise cebar, Purito y Contador son muy explosivos", dijo-, Menchov y Van den Broeck, a 10 segundos. "¿Ha merecido la pena?", le preguntaron a Martinelli, que respondió que habiéndose quedado el maillot amarillo a Alberto no le quedaba otro remedio que lanzarse hacia arriba y que, en todo caso, no fue él quien abrió fuego, sino Purito. Hay otra teoría menos apacible, la de los que dicen que Contador es incontenible, y que 10 segundos no valen tanto como la amistad de Vinokourov.
"Esta mañana ya contaba con la pérdida de un par de segundos porque realmente no me gusta nada esta subida. Es muy corta y no puedes encontrar un ritmo. Alberto atacó en el momento justo y no pude seguirle, pero no hay una verdadera lección de la etapa de hoy. No podría haber hecho algo distinto. El equipo ha hecho un gran trabajo hoy porque la carrera ha ido muy rápida desde el primer momento de la mañana".