Terraplanismo y otras tóxicas creenciasN.G.
Cuatrocientos años antes de nuestra era, a Alejandro Magno le atraía poderosamente la idea de ver el borde del mundo. En aquella época era lógica y comprensible la curiosidad del rey macedonio.
Cien años más tarde, astrónomos helenistas observaron la forma esférica del planeta que habitamos. A pesar del ingente conocimiento atesorado, merced al desarrollo tecnológico y científico experimentado a lo largo de los siglos hasta nuestros días, todavía hay ciudadanos del siglo XXI que están convencidos del terraplanismo, así como de la inexistencia del cambio climático o de la ineficacia de las vacunas y otros medios sanitarios para luchar contra las enfermedades.
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Son posicionamientos que entran en conflicto con las evidencias y descubrimientos que la comunidad científica ha ido conquistando a través de la rigurosidad del Método Científico. Esta actitud, alimentada por insostenibles mensajes difundidos masivamente en las redes sociales, va calando en personalidades antiintelectuales y con casi nula tolerancia a la incertidumbre.
Mientras Descartes en el siglo XVII partía de la duda para alcanzar el conocimiento indudable, los negacionistas del siglo XXI niegan las evidencias y lo contrastado científicamente para otorgar verdad absoluta a sus creencias. Es cierto que se trata de una minoría social, sin embargo, aupados por el populismo, algunos de ellos ya ocupan relevantes posiciones de poder y las decisiones que están tomando no son, ni van a ser inocuas para la población.