No sé bailarlo. Pero lo intentaré. Entiendo la chulería de los madrileños; como la de los bilbaínos, distinta, pero chulería a su estilo del agua de Bilbao. Lo que ocurre es que también existimos los de la periferia, esos que somos de la esquina, en el córner, visto desde el centro, que quieren ser y existir en este mundo moderno y contemporáneo.
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Y además, resulta que somos más viejos; y como los viejos suelen ser más viejos, por viejos, o más idiotas, tenemos que recordar que ser hijo de Isabel y Fernando, tanto monta, monta tanto, no es la mejor carta de presentación por estos lares. Estos, llamados los reyes católicos, nos machacaron, nos derribaron las defensas y castillos, nos robaron el pan y la sal, el trigo y los corderos, como a los americanos nos colonizaron; impusieron sus leyes y costumbres. Como verán ustedes, madrileños de pro y vecinos varios, razones para bailar mucho no nos han dado, pero lo intentaremos, porque estamos acostumbrados a bailar con la más fea.