Meses después de la muerte de mi padre, tuve que pedir ayuda a mi médica de familia. Algunos días me quedaba en la cama sin querer levantarme. Este detalle hizo saltar las alarmas en mi mente. Yo, que siempre he sido una mujer muy activa, incluso a veces, demasiado.
Así que durante meses tomé antidepresivos recetados por mi médica y mi situación fue mejorando. En este momento me encuentro bien y, por consejo médico, hemos decidido suspender la medicación.
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Desde hace un mes estoy acudiendo a clase de bailes latinos. Muchos días me da pereza acudir e incluso pienso en faltar a clase. Pero luego voy y me lo paso tan bien. ¡Qué bendito el día que se me ocurrió apuntarme! Este es un mensaje de esperanza para aquellas personas que están sufriendo la pérdida de un ser querido. Por experiencia, sé que no admitimos consejos de nadie. Que somos nosotros mismos quienes tenemos que darnos cuenta de que necesitamos ayuda. Que tenemos que poner de nuestra parte para superar el dolor. Cuando bailo, solo pienso en cómo seguir el ritmo de la música. En cómo seguir las instrucciones de la profesora, dónde poner mis pies, dónde poner mis brazos. Y dentro de mi cuerpo se activa la serotonina. Salgo de clase con otra mentalidad y con las pilas cargadas. ¡Ánimo! Que se puede!