Tengo frío, mucho frío y se me va la olla. Se me hace tan difícil reflexionar sobre esta cuestión, por la cercanía en el tiempo y de lugar, que no sé a qué remitirme para pensar con calma. Como la ecuanimidad es imposible, porque hay un culpable claro, el sionismo, por más que mire a otro lado. Me tengo que limitar a comparar este capítulo de la historia reciente con el nazismo y sus consecuencias.

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No le veo otra salida posible. Los sionistas, desde su fundación, son igual que los nazis. Mantienen las mismas ideas en tiempo y forma y no es porque lo diga yo, ni mucho menos, sino la verdadera historia. No hay que confundir sionista con judío y los propios judíos están contra ellos. Después del Holocausto, el mundo se apiadó del pueblo judío y le concedió el terreno que ocupaban los palestinos y los sionistas. Nazis camuflados recogieron la bandera de la creación del Estado de Israel. Trajeron los judíos que necesitaban casa o querían vivir en Israel, los adoctrinaron en el nazismo y ahí tenemos el resultado, como ocurrió con Hitler, que ahora se llama Netanyahu. Tregua. ¿Y después?