Dos palabras y doce letras. Dependiendo de los valores y la manera en que se articule una sociedad, ambas palabras mayoritariamente defendidos por la ciudadanía. Es más, uno de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS 16) que contempla el acuerdo de París, es justo exactamente eso, tanto la paz como la justicia. Para el cumplimiento de ello, se implica desde las administraciones públicas más lejanas a las instituciones locales que más cerca están del individuo. Con carácter internacional.
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Ahora que se nos va terminando el año, cabe recordar el ascenso de violencia (en este caso bélica) que sigue poniendo en peligro la paz especialmente durante los últimos años. A modo de ejemplo, los conflictos violentos, actuales y nuevos, en todo el mundo, están haciendo descarrilar el camino global hacia la paz y, en consecuencia, al ODS 16.
Resulta tremendamente alarmante que en el año 2022 se produjera un aumento en más del 50% en el número de muertes civiles relacionadas con los conflictos, debido, en gran parte a la guerra de Ucrania.
Del mismo modo, a finales de 2022 se registraron 108,4 millones de desplazados forzosos en todo el mundo, lo que supone un aumento de 19 millones con respecto a finales de 2021 y dos veces y media la cifra de hace una década. Unos datos, que se han visto aumentados durante los últimos años, con el conflicto entre Israel y Palestina. Y ante ello, además de las vulneraciones de derechos, la incertidumbre y el miedo de que la tensión global no vaya a más...
Trayendo el asunto a lo nuestro, debemos de poner en valor las libertades y derechos (seguramente muy mejorables) con que gozamos en Euskadi, fruto de mucho trabajo y de poner en valor la convivencia desde la diferencia.
Seguramente, en esta visión, me influya que desde que tengo uso de razón siempre he hablado/debatido con plena libertad sin miedo a represalia alguna.
Jarrai dezagun elkarbizitza eraikitzen.
