Educar en libertad

Si empezáramos a definirla creo que tendríamos muchas definiciones. Reconozco que todos hablan de libertad, pero ¡ojo! con poner la imagen de la libertad al servicio de los poderes que más restringen la libertad de los pueblos. Y de esto los vascos sabemos algo más. No me gusta “la libertad” de Donald Trump, ni la de Putin. Me quedo con el color azul de la Unión Europea. No vendría mal recordar aquellas palabras del sabio latino Séneca que decía: “Nadie es verdaderamente libre si es esclavo de su propio cuerpo”. Son muchos los que usando de su libertad se hacen esclavos de su propio cuerpo, entregándose de forma desenfrenada a la bebida, a los juegos de azar, al sexo, a la droga, etc. ¡Cuántos, buscando libertad, se hacen esclavos! De ahí se deduce que la verdadera libertad no consiste en hacer lo que se quiere, por instinto o por ideología, sino en hacer lo que se debe, libremente y de buen grado. Ahora bien, si la libertad no se quiere emplear mal, necesita de una educación y de una formación. Todo lo que inviertan los padres en educar la libertad de sus hijos, es inversión segura de futuro. Educar a los propios hijos en la libertad significa ayudarles a dar pasos firmes desde la dependencia a la independencia responsable, para que puedan llegar a ser personas adultas y maduras.