Esta mañana mi hijo me ha dicho algo que me ha llevado a escribir estas líneas. “Algunos de mi clase, cuando se les olvida la camiseta para cambiarse en soinketa (Educación Física), dicen que se les ha olvidado a sus madres”.
Mi primera reacción ha sido sorprenderme y sonreír internamente. Me maravillan las frases que puede soltar una criatura cuando menos te lo esperas. A esto le ha seguido el orgullo máximo hacia mi familia. Nuestro hijo de siete años sabe detectar micromachismos... Maravilloso, vamos por buen camino.
Más tarde, dándole vueltas al tema, he estado pensando en la cantidad de veces que he escuchado esa frase durante mis años trabajando con niños y niñas.
“A mi madre se le ha olvidado prepararme la merienda”.
“A mi madre se le ha olvidado prepararme la ropa para la clase”.
“A mi madre se le ha olvidado...”.
Por mucho que supuestamente estemos avanzando en igualdad nunca hubo un “a mi padre se le ha olvidado...”.
Por lo que veo sigue habiendo mucho trabajo por hacer y aquí van mis pequeños consejos:
Para los niños y niñas: sois vosotras, dentro de las posibilidades de cada una, las responsables de preparar lo que lleváis en la mochila.
Para las familias: dadles a vuestras criaturas las herramientas necesarias para que lo logren (acompañamiento, calendarios semanales, apoyos visuales...).
Para las madres: no nos carguemos con esa mochila que nos ha puesto el patriarcado. Repartamos esa mochila con la familia de manera equitativa.
Para los padres: los que estáis compartiendo mochila, seguid así... Para el resto, espabilad.
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