Hay varios aspectos que me sorprenden mucho, en relación con la eficiencia energética del edificio tal como viene en el documento aprobado por el Ayuntamiento al conceder la licencia de obra al proyecto del nuevo edificio del Basque Culinary Center (BCC) en Manteo, Donostia-Sebastián:

Por un lado, la calificación parcial de la demanda energética de refrigeración del GOe es de clase E (escala análoga a la de los electrodomésticos, donde A es la mejor y G es la peor). Considerando que el cambio climático comporta aumento de las temperaturas y que la refrigeración durante el verano será necesaria, es evidente que la clase E no corresponde ni responde a las exigencias energéticas contemporáneas. Es más, visto el constante aumento de los gastos energéticos, mantener un edificio público en clase E significa tener un colador energético.

Por otro lado, la contribución mínima de energía renovable para cubrir la demanda de agua caliente sanitaria se cuantifica en el 60%. Esta cifra es casi irrisoria, ya que significa que el gasto de mantenimiento en verano y en invierno por agua caliente será muy elevado y con tendencia al crecimiento.

Además, el estudio excluye por completo el impacto según las emisiones de CO2 debido al proceso de construcción; también excluye el impacto, siempre en CO2, de la tecnología adoptada.

El edificio del BCC resulta una caja con una estética llamativa, pero sigue implementando tecnologías altamente impactantes en tiempos de graves crisis medioambientales. Permitir la construcción en 2024 de obras con gran dependencia energética es un pecado contra la sociedad.

Arquitecta Experta de CasaClima y bioconstrucciones. Cofundadora de Kontenedora arte elkartea

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