Cultura de la ancianidad

Tengo presente imágenes de los abuelos contando historias y anécdotas a sus nietos o recordando sucesos e historias remotas de nuestros pueblos. Es verdad que la tecnología ha ido cambiando nuestras costumbres y hábitos. Aquellas historietas han sido reemplazadas por los videojuegos y los ordenadores, pero también el contacto afectivo y la comunicación directa de antes ha dado paso al aislamiento y la incomunicación. Es de lamentar que vayamos prescindiendo del pasado; no debiéramos permitirnos el lujo de desperdiciar ese potencial humano, que representa un colectivo cada vez más numeroso como es el de la tercera edad, pues su experiencia puede aportar mucho al proceso de humanización, que tanta falta nos está haciendo hoy en día. Me parece que la vida es patrimonio de todos. Los programas de envejecimiento activo es un asunto importante y que ahora nuestros ayuntamientos están viendo como un objetivo político-social importante. Es fundamental ir reforzando nuestros centros de jubilados en sintonía con los ayuntamientos y las diputaciones. En todo esto la relación inter-generacional es importante. Bien decía Cicerón sobre este tramo más dificultoso de la vida: “El peso de la edad es más leve para el que se siente amado y respetado por los jóvenes”. Afortunadamente, el aumento de la expectativa de vida cada vez es mayor, pero todo esto necesita de una mejora en la calidad y de una cada vez más satisfactoria inserción social.