Y otro año más, llegó el día, el día mundial de las víctimas de siniestros viales, como suele ocurrir, el infierno está lleno de buenas intenciones... Hoy, las administraciones, los fabricantes de vehículos, los conductores, y sobre todo las víctimas, tendremos nuestro día. ¿Y mañana? Mañana será otro día y cada diferente administración seguirá haciendo lo que mejor saber hacer, hacer caso omiso de las auditorías viales, confundir inversión en seguridad vial con recaudación, invirtiendo en cinemómetros (que dan beneficios con relación a la inversión realizada) y no invertir en unas buenas vías y calzadas seguras, que es un gasto no recuperable, a primera vista, pero que puede tener efectos positivos en disminución de siniestros, ergo, gastos sanitarios, reducción de contaminación, etc. Mientras nuestros maravillosos ayuntamientos, siguen colocando todos los contenedores, bien en intersecciones de vías, bien al lado de pasos de cebra, ya que ésto permite una carga más rápida por parte de los camiones, ahorrando tiempo, pero perjudicando de modo palmario la seguridad al privar de visibilidad, tanto al peatón como al conductor que accede a dicha intersección, los ejemplos son diversos... Sobre el hecho de llamar la atención que la formación vial es transversal (familia, educación formal e informal, y formación específica) y no meramente obtener un papel que te autoriza administrativamente a circular con un vehículo en vía pública, lo podemos dejar para otro día, pero siendo el día que es hoy no está de más recordarlo... La formación de los agentes de los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, que no se limiten a ejercer de notarios ante las todo poderosas aseguradoras, dictaminando de quién es la responsabilidad del siniestro, y siendo lo suficientemente valientes para dictaminar la responsabilidad de las distintas administraciones en la causa y evolución del siniestro, también lo volvemos a recordar hoy. Volver a denunciar, un año más, que no existen accidentes de tráfico, existen siniestros viales, que deben ser investigados, y que algunos de ellos no han sido para nada accidentales, sino más bien actos de violencia vial, que merecen un contundente reproche tanto jurídico como social, y no recibir un trato como accidental. Esto último sobre todo a jueces, fiscales, periodistas y, sobre todo, legisladores. Para todo lo demás, qué deciros, nosotros, las víctimas, ya tenemos 365 días para constatar las consecuencias de un siniestro vial, que no deja de ser una cuestión de lo más peliaguda, hacer entender a alguien que no es víctima de las consecuencias, antes de que sea demasiado tarde. Somos ese cuervo que molesta en ese paisaje bucólico, ese recordatorio de lo inimaginable, que es subirse a un vehículo, para terminar, en cuestión de minutos, atrapado en un amasijo de hierros con Ángel muerto, asesinado, más bien, tu hija de cuatro años en coma inducido, después de varios intentos de resucitación en el box, tu suegra y tu mujer gravemente heridas, y tú sin ni puta idea de cómo ha sido posible. Cortesía de un borracho homicida imprudente. Y sin embargo, ocurre, y todos nuestros nombres están en el bombo, y no por haberlo sufrido estamos libres tanto de volverlo a sufrir, como de causarlo.