Como colombiano recién desempacado en Gipuzkoa, me gustaría compartir una inquietud con usted, que juega de local. Basado en mi limitadísima experiencia y conocimiento de su país, pero prestando mucha atención a lo que les ocurre desde las pasadas elecciones de julio y ahora la investidura, me ha surgido una duda, seguramente absurda: ¿será posible que los españoles se odien entre sí más de lo que los odian tantos latinos? Lamento contarle que del otro lado del charco todavía queda mucho mamerto trasnochado que continúa culpando de sus males a la conquista… y a los gringos, por supuesto. Así como aquí tantos odian a la Corona… y a los gringos, por supuesto.

Me ha dado la impresión, seguramente equivocada, de que les está costando mucho lidiar con la maravillosa diversidad de sus comunidades autónomas, sus bagajes culturales, y el peso no ligero de sus historias: siempre es más fácil entre rey y vasallos.

También me ha dado la impresión de que sus políticos están apelando al eterno y siempre efectivo divide y vencerás: los de la extrema derecha queriendo solucionarlo todo con sangre (de los demás por supuesto), la derecha tratando de imponer la fuerza (siempre bruta), los de centro con su pusilanimidad no han contado en ningún momento crítico de ninguna historia, los de izquierda prometiendo repartir lo que no saben producir o no tienen, y los de extrema izquierda llamando también a la sangre, también de los otros.

Le confieso que leyendo sus periódicos, escuchando y viendo sus noticieros, me siento como en Colombia (lo cual no es para nada halagüeño). Cuando me percato de que nuestras cuitas son las mismas, las pasiones y fanatismos idénticos, y hasta las supuestas soluciones las mismas (que hasta ahora no han solucionado nada) me invade una cierta desesperanza, de la cual me desembarazo prontamente porque sé que mis especulaciones y dudas están basadas en mi ignorancia, por lo tanto mi pesimismo no tiene fundamento alguno.

Y es que tengo que estar completamente equivocado porque ninguna entenderá puede explicar cómo es que un país que lo tiene todo para ser, decide dedicarse a ponerse zancadillas… y fratricidas. Y justo cuando apenas se están levantando de una terrible que les puso su dictadorzuelo de medio pelo ayer tarde.

En Colombia también tenemos un país maravilloso, exuberante, minado sistemáticamente desde la mismísima independencia por una caterva de politiqueros mediocres y apátridas, que lo han explotado y corrompido hasta la médula. En ningún lugar del mundo los ricos son tan ricos y los pobres tan pobres. Nuestra democracia está fundamentada en la vulnerabilidad e ignorancia del votante. Estamos oficial e impunemente clasificados en estratos. Y también nos odiamos entre nosotros, para deleite de los dueños del país. Etc, etc, etc.

Pero la idea no era compartirle mis cuitas sobre Colombia sino mis dudas sobre España, y quién mejor que con un experto en el tema como usted para que me desengañe sin despelucarse.

Lo único que espero es que España no cometa los mismos errores que hemos padecido en Colombia.

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