Los tolerantes y amigos de la convivencia han vuelto a actuar ultrajando el monolito que en Vitoria recuerda a Jorge Díez y a Fernando Buesa; sí, he cambiado el orden aposta. Estamos acostumbrados a nombrar primero a la víctima importante a nivel social gracias a su cargo y relevancia, eclipsando a la otra, una especie de daño colateral, alguien a quien ser asesinado es casi una obligación debido a su carné profesional. Escolta, guardaespaldas, acompañante, era la misión de Jorge Díez; proteger y preservar la vida del otro, del famoso; ser su sombra, escudo y paraguas; una trinchera móvil sobre dos piernas. Protector y protegido forman un binomio a veces indisoluble hasta que la muerte los separa pero vuelve a juntar en otro lugar para siempre; una pareja que también discute cuando el protegido se niega a seguir las indicaciones de su cónyuge por horas acusándole de cabeza cuadrada por no dejarle tomarse un pote y un pintxo. Hemos sido testigos del asesinato de muchos Jorge Díez anónimos trabajando ora de paisano ora de uniforme de diferentes colores, ejerciendo de Ángeles de la Guarda. El cobarde y ruin atentado moral perpetrado contra el monumento vitoriano revictimiza a sus dos protagonistas. In Memoriam de Jorge Díez y de todos los Jorge Díez. Mi cariño, admiración y respeto a José Antonio y Begoña, los padres de Jorge, el ertzaina escolta asesinado.

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