Como buen país africano, ha sido zaherido por toda clase de depredadores europeos y mandado por jefes de tribu africana y por el inigualable Muamar el Gadafi, que hizo muchas cosas buenas por su tierra, pero cometió el error de meterse con Francia, EEUU y todo el que se le ponía por delante para sus gustos de dictador a la forma árabe. Preparó balsas en el desierto que más tarde, cuando reventaron las presas, las llenaron de muertos y de agua. Él ya no estaba porque antes lo mandaron a criar malvas. Esta catástrofe no deja de quitarme de la cabeza nuestra ciudad de Sangüesa y todos los pueblos que están a la orilla de río Aragón, posibles víctimas, todavía no consigo saber por qué, ya que considero una burrada criminal el querer hacer más grande, más alta la pared del pantano de Yesa. Hasta los satélites dicen que algo se mueve y, cuando el agua se mueve, no deja vivo ni al apuntador, por más científico que se diga ser. Si viviera en Sangüesa, me marcharía a vivir a otro lugar que me dejara dormir tranquilo. Aunque riesgos hay en todas las partes, al menos no vivir con la sospecha de que el riesgo es seguro de morir ahogado. Prefiero otras opciones menos violentas.

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