El pasado domingo fue el Día Mundial para la Prevención del Suicidio. Es un tema que nos afecta a todos. La clave es sentir que nadie está de sobra. Todos somos importantes en las historias de las personas. Creo que el aumento del suicidio es real y preocupante. Además, afecta seriamente a la población juvenil. Me parece que es importante desde un sano realismo aceptar que la condición humana está cubierta de éxitos y fracasos, de esperanza y de desesperación. ¿No es así nuestro ser finito, imperfecto y siempre en camino de ir a mejor? Cuando cerca de nosotros ocurre esta tragedia, vamos buscando las causas: trastornos psicológicos, enfermedades incurables, profundas decepciones y prolongadas depresiones, problemas económicos, afectivos Simplemente, como un ciudadano de la calle, quiero mostrar mi respeto ante quien haya tomado tal decisión, pero sin lugar a dudas necesitamos más escucha, más comprensión y más cercanía. Es fundamental el servicio de los centros del Teléfono de la Esperanza, como ayudas psico-médicas al problema de las enfermedades mentales, pero también debería invitarnos a pensar en las personas cercanas que necesitan nuestro apoyo y solidaridad. Es importante insuflar esperanza y ayudar a buscar el sentido de la vida y de la historia personal. No podemos dimitir de la vida y en todo esto el papel de la educación, de la cercanía familiar y amical es clave. En todo esto el bálsamo de la escucha, el aliento y hasta la denuncia al dolor causado por algo que es injusto es fundamental.
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