Negrura

No le voy a dedicar una carta a Silvio Berlusconi porque no me da la gana. Sí a toda esa raza de mal crecidos, chulitos de la prensa facha, de la que Berlusconi era señorito de alto plumero y a pesar de todo lo llevaba con cierta dignidad y juventud eterna, pero, cosas de la vida, se ha muerto y no entre las páginas amarillas y señoritas de alto plumero que cultivaba. Descanse en paz, que se dice por decir algo que queda bien, o goian bego, a los que, en vasco, creen en lo de arriba. Muchos periodistas de su estirpe, sobre todo de la derecha más infame, bien pagados por él y sus colegas casposos, simularán pena, dolor y derramarán lágrimas de cocodrilo para que les vean en las televisiones que patrocinaba, era dueño o comparten negocio y audiencia. Pero ¡qué casualidad! Esta gente también va al hoyo o al frasco de colores de los caros o al mar, como otro cualquiera que no posee más que piojos y penas. El payaso se ha ido, pero deja un legado amplio de copias en el escenario. Los que manejan los hilos comprueban que los hilos funcionan y a seguir con el espectáculo y los espectadores hacen cola para comprar entradas. El negocio va viento en popa a toda vela.