CAF, con una cartera de pedidos que supera los 13.000 millones de euros, sigue copando titulares de prensa con nuevas adjudicaciones. La maquinaria de la multinacional no para, contratos de trenes, autobuses y diferentes servicios para la movilidad por todo el planeta siguen engordando las cuentas de la empresa que a día de hoy lidera Martínez Ojinaga.
El próximo 10 de junio CAF celebrará su anual junta de accionistas. En este festín grandilocuente de cifras y datos exagerados, se volverá a escenificar una política de empresa expansionista en la que prima sobre cualquier otra cosa el beneficio y el reparto de dividendos.
Este expansionismo, si bien no es sinónimo de deslocalización, sí va muy ligado a este concepto. CAF no deja de abrir nuevas plantas y filiales por todo el mundo, continúa con políticas de subcontratación low cost expandiendo secciones de compras o de ingeniería a países como Polonia o la India. También produce material ferroviario “a precio más competitivo” en países como México o traslada la producción de cientos de trenes programados para producir en Beasain a las plantas francesas por intereses que no terminamos de entender. Podemos asegurar que el crecimiento de la empresa no impacta de manera proporcional en la creación de empleo y reparto de riqueza en Euskal Herria.
A su vez y en ese camino del todo vale, la gerencia de la empresa da nuevos pasos despreciando la legalidad internacional y los más básicos derechos humanos con la fabricación del polémico tranvía de Jerusalén Este. Por más que insistan, el tren del apartheid no es un proyecto al uso, es en sí una herramienta ilegal para la colonización. Además, son difíciles de valorar las consecuencias comerciales que a medio plazo pueda traer para la compañía el inmiscuirse en terrenos farragosos como este.
Los y las trabajadoras de CAF S.A. somos accionistas mayoritarios en la empresa. Mediante la sociedad que gestiona esa participación contamos con el 24% de las acciones del grupo CAF. Sin embargo, desde la parte social no tenemos ningún medio orgánico para incidir en las decisiones de la empresa. La semana que viene no estaremos presentes en la junta general de accionistas ni en ningún otro foro en el que podamos dar voz a los y las trabajadoras. La nueva cultura empresarial que predica ADEGI parece no tener efecto sobre los mandamases de CAF.
LAB es el principal sindicato en las plantas de CAF de Euskal Herria. Como tal, continuaremos impulsando con los medios a nuestro alcance el arraigo de la compañía con un modelo empresarial más ético y humano; así como la generación de empleo y el reparto de riqueza en Euskal Herria. Para ello, consideramos importante dar voz a los y las trabajadoras también en el consejo de administración de la empresa. Interpelamos nuevamente y esta vez de manera pública a la dirección de CAF, para que abra el camino a participar en las decisiones industriales al principal accionista de la empresa, sus trabajadores y trabajadoras.