Tras todas las horas dedicadas en tertulias televisivas al asunto de la gestación subrogada, artículos de opinión (que no de análisis experto y fundamentado) escritos y declaraciones fuera de tono de dirigentes políticos que tienen la poca vergüenza y la mucha falta de conocimiento para llamar "tráfico de bebés" a un modo de reproducción asistida regulado en cada vez más países de nuestro entorno como Reino Unido, Irlanda, Portugal, Grecia y próximamente Alemania, Suecia y Finlandia, cabe extraer varias conclusiones. Por un lado, que haber podido oír de primera mano el testimonio de tantas familias, mujeres que han gestado para terceros y personas nacidas por esta vía, han reforzado la opinión de la sociedad, así lo demuestran las últimas encuestas, que esta realidad debe ser regulada para que sea posible realizarse al amparo de la legislación española. Por otro lado, que esto va más allá de ideologías y corrientes políticas y que por más que se empeñen determinadas políticas en tergiversar y vendernos "mercancía averiada", la ciudadanía, en su gran mayoría, tiene suficiente criterio y fuentes alternativas de información como para tener pensamiento crítico. Como sociedad solidaria y civilizada que somos, merecemos una clase política a la altura de las circunstancias que aborde con sosiego y rigor estas realidades. Si no están por la labor y a lo que se van a seguir dedicando es a difundir discursos de odio y estigmatizar personas y colectivos, que se aparten a un lado y dejen paso a gente más preparada.