La globalización es un proceso antiguo, aunque cada vez se desarrolle de forma más intensa y rápida. Como muestra Tolstoi en Guerra y paz, algunos ilustrados tenían inicialmente la esperanza de que Napoleón contribuyera a la modernización de Rusia. Sea por convencimiento o por la fuerza, hubo también rusos que lucharon en sus filas. En el año 1809, una cuarentena de soldados de esa nacionalidad encuadrados en el ejército francés, desertaron, pasándose al bando español en el valle de Roncal. Un cronista de la época destacó “...el valor con el que los rusos se batieron” contra las tropas napoleónicas. Pero desde entonces hasta ahora, y pese a los esfuerzos de una minoría amante de la libertad, su país ha padecido una sucesión de dictaduras. La culpa es ahora de esa parte de la población, que parece un rebaño guiado por Putin. Se trata de un fenómeno gregario que recuerda a lo que sucedió en Alemania entre 1933 y 1945.Resulta peligroso, también para nosotros. Hay que subrayar que, con una Rusia democrática, la actual guerra de Ucrania no se hubiera producido. Vivimos en un mundo global y las dictaduras y problemas de otros países, en mayor o menor medida terminan afectándonos. Es preciso tener en cuenta que el bienestar de los demás contribuye asimismo al nuestro propio. Además, está la amenaza del cambio climático. Como no logremos controlarlo, el futuro de todos (también el de Rusia) estará comprometido.