Según la UNESCO, en 2021 asesinaron a 55 periodistas. Los asesinatos no solo ocurrieron en conflictos armados o el tercer mundo. Un tercio lo fue en campos de batalla y un buen puñado en países desarrollados o en vías de lograrlo. Los que no cayeron en conflictos bélicos, en su mayoría fueron crímenes de Estado por denunciar, con el rigor e independencia de la información solvente, sobre corrupción política, delitos fiscales o criminalidad. A estas muertes programadas, se añaden un gran número de profesionales encarcelados, perseguidos o amenazados por hacer su trabajo con valentía. Incluso, en la libérrima Madrid, donde “no ves a tu ex ni a los pobres”, se ataca la libertad de prensa. ¿Se imaginan un mundo sin periodistas? Los crímenes de guerra, la corrupción y la tiranía gubernamental y empresarial campando a sus anchas.