El proyecto Camino escolar seguro tiene como objetivo trabajar por una movilidad más sostenible, segura y saludable en el entorno escolar. Un precioso proyecto que también impulsa el Ayuntamiento de San Sebastián y del que estamos a años luz de ver algo real. Soy vecina de Ulia, de una zona cercana a dos escuelas de tamaño importante de Donostia, a donde acuden cientos de niños y niñas todas las mañanas. El caos que se forma en los alrededores de estos centros, además de indignante, resulta peligroso. A diario, algunos padres, madres, abuelos y abuelas de dichos centros deciden abandonar sus vehículos en segunda fila, encima de aceras o donde mejor les convenga para acompañar a los más pequeños al centro. Mientras tanto se va formando un tapón en la cuesta que va desde la Calzada Vieja de Ategorrieta al Paseo Rodil, que al ser bastante estrecha y empinada, además es de difícil maniobra. El tapón, por supuesto, en cosa de minutos se extiende a toda la Calzada de Ategorrieta donde circulan caminando alegremente un montón de niños y niñas, patinetes, ciclistas, que tienen que aguantar bocinazos y los malos humos de todos esos coches. Además, no olvidemos que en el entorno de la Calzada de Ategorrieta hay centros de mayores, de personas con discapacidad, etc., a las que también se les dificulta el acceso. Soy vecina de Rodil y sé que no puedo salir de mi vivienda en vehículo a ciertas horas del día porque además de malos humos, tengo que aguantar malos humores. No obstante, lo que más me indigna de esta situación es que oigo hablar incesantemente sobre una ciudad limpia y sostenible y en puntos sensibles como este no se toma ninguna medida. Hemos llamado innumerables veces al departamento de movilidad, a la Guardia Municipal y la respuesta siempre es la misma: Pasamos el aviso. A estas alturas, creo que la solución no pasa por mandar un agente de movilidad a la zona durante cuatro días para apaciguar ánimos. Si de verdad queremos apostar por una ciudad sostenible, plantearse la peatonalización de una calzada secundaria como la de Ategorrieta no parece una idea descabellada. Los más pequeños podrían llegar a la escuela con más seguridad y autonomía, las bicis dispondrían de más espacio y las personas que necesitamos vehículo podríamos hacer uso de estupendas carreteras paralelas como la calle Rodil, la Avda. de Navarra o Alcalde José Elosegui.
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