Me gustaría contar a los lectores, y especialmente a la madre que ha denunciado a una maestra por haberle colocado a su hijo una bata rosa en un colegio de Pamplona, una anécdota que me ocurrió el invierno pasado en Mendillorri.
Iba yo a comprar la prensa a la librería cercana a mi casa, cuando al entrar en el establecimiento vi una niña (o niño) de unos cuatro o cinco años fuertemente abrigada. Era uno de esos días gélidos donde el viento te clava inmisericorde sus garras en la cara y en el cuello. El niño (o la niña) estaba enfundado en una especie de pasamontañas de lana que solo dejaba al descubierto los ojos y la nariz. Entonces se le acercó un anciano y le pregunto: "¿Eres niño o niña?" Y el ser angelical que tan bien pertrechado estaba contra el frío respondió seráficamente: "Soy una persona".
Invito navideñamente a la madre denunciante a que reflexione un momento sobre su conducta, a la luz de esta magistral lección que nos ha dado a todos esta persona de tan corta edad, y retire a la mayor brevedad la denuncia contra la maestra.