No salimos del asombro de algunas noticias que nos dan, por lo que deducimos que nuestra capacidad para sombrarnos no tiene límite. En primer lugar, nos dan la noticia de que a un cantante, aún cuando también debe de ser poeta, le dan el Premio Nobel de Literatura, pero la otra más gorda todavía es que Bob Dylan, que es el premiado, dice que no ira a recoger el premio, argumentando que debido a sus numerosos compromisos no le es posible acudir. Luego nos enteramos de que sí aceptará el premio, pero que no podrá ir a recogerlo. Dotado con casi un millón de euros, la Academia Sueca habrá de abonárselo por transferencia bancaria.
Al parecer ya ha habido premiados con el Nobel que no han podido acudir a recogerlos, pero siempre por causas justificadísimas, como estar hospitalizados, imposibilitados, o tener una edad muy avanzada, pero de no ser así, no ir a recoger un Premio Nobel a Estocolmo es el colmo. De admirar la paciencia de los académicos suecos para andar detrás de este hombre, al que se le ha otorgado nada menos que el premio de Literatura, en la que el galardonado juega un papel primordial.
Caso de no recoger el premio, su importe debieran enviarlo a cualquiera de las ONG de las que tan necesitadas están de recursos, y eso sí, si algún día incorporan un Premio Nobel a la paciencia, este deberá ser para los académicos suecos. Ha sido tan comentado este hecho, que garantiza un buen resultado de ventas del libro premiado, ya que la opinión pública está expectante de lo que haya escrito Bob Dylan, que es el nombre artístico de este artista.