Derribo del teatro Bellas Artes
Los que pretenden justificar el derribo del teatro Bellas Artes afirman que el edificio está en ruina y que levantar un hotel en el lugar que ocupa constituiría un gran activo económico para la ciudad. Sin embargo, por una parte, todos los estudios del propio Ayuntamiento determinan la inexistencia de cualquier estado de ruina técnica u económica y, por tanto, que se le puede dar un uso sin necesidad de demolerlo. Y, por otra parte, no hay nada que demuestre que un mayor número de hoteles conlleve una mayor afluencia de visitantes a la ciudad.
Antes bien, son las urbes que han sabido conservar su patrimonio edificado -del que el teatro Bellas Artes es parte fundamental en San Sebastián- las que han logrado mantener y acrecentar su interés para el visitante. Nadie viaja a París, Viena o Nueva Delhi por su oferta hotelera, sino por la riqueza de su herencia cultural materializada en la singularidad y belleza de sus peculiares arquitecturas.
Herencia cultural que los planes urbanísticos municipales deben proteger y que, en el caso de San Sebastián, no lo hacen. Así lo denuncian los recientes informes de la Diputación, el Gobierno Vasco y el Colegio de Arquitectos, que exigen su corrección por estar subordinados a un desarrollo urbanístico basado en el aprovechamiento mercantilista del patrimonio edificado, en detrimento de los valores urbanos, culturales y de la calidad de vida de sus habitantes que deben preservar.
Resulta obvio que si no queremos que San Sebastián acabe convertida en una de tantas urbes anodinas y culturalmente empobrecidas como existen, es necesario subsanar los desvíos y abusos producidos por la especulación permitida hasta ahora, y recuperar el papel corrector y crítico de la arquitectura y los arquitectos municipales. Revisar bajo parámetros estrictamente culturales la catalogación y protección de nuestro patrimonio, redactando un nuevo plan que cumpla con los criterios leyes y normativas establecidos al respecto, sería un primer paso.