El otro día oí por la radio la situación tan lamentable en la que se encontraba el colectivo de apátridas en el mundo. La mayoría están por cuestiones involuntarias y traumáticas, pero hay una minoría que lo hace por ideología. Informaban que dicho colectivo carece de libre acceso a la educación, vivienda, empleo y servicio de salud, y constituyen uno de los segmentos más vulnerables de la población mundial.

Y eso me hizo pensar que el motivo por el que a los que reniegan voluntariamente de tener nacionalidad se les pone tantos impedimentos y trabas para que puedan expresar libremente su opción personal, es por un temor enfermizo bien calculado, que es el mismo que tiene la Iglesia con los laicos; no vaya a ser que tanto difundir estas ideologías libre pensadoras a la gente le dé por empezar a hacerse preguntas, que pongan en duda muchos de los dogmas y directrices que nos insertan en el cerebro desde edad muy temprana, y por tanto pongan en peligro los muchos negocios que hay alrededor de la patria y de la religión, conceptos que bien es sabido son los últimos refugios de los mayores canallas.