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San Sebastián al Kubo

La exposición que estos días se exhibe en la Sala Kubo del Kusaal donostiarra no deja indiferente. Una mirada hacia el soldado romano que da nombre a nuestra ciudad desde una óptica artística contemporánea que puede gustar más o menos, pero que a todas luces es una iniciativa a aplaudir por novedosa y porque supone un pasito más hacia la credibilidad de San Sebastián de cara a su candidatura de 2016. Efectivamente, la representación histórica del mártir es un canto a la sensualidad y su homoerotismo es rastreable desde sus primeras manifestaciones en el siglo V a nuestros días, haciéndose más notable a partir del Renacimiento y posiblemente alcanza su paroxismo en el Barroco -tengo que asumir mi debilidad por la obra en este sentido de Matteo Preti-.

Como acertadamente explican los comisarios y los responsables de la muestra, era una asignatura pendiente de la Bella Easo para con su patrón. Ahora solo falta que se complete con otra mucho más ambiciosa y que deleitara a los donostiarras con una segunda parte que diera a conocer la iconografía precontemporánea de San Sebastián, para el público en general y, de manera egoísta, para todos aquellos amantes del arte que nos quedamos en las vanguardias de los albores del siglo XX.

Nicolás de Miguel