hE de empezar pidiendo perdón a las y los lectores por tener que volver a hablar una vez más sobre el Alarde, un tema sobre el que se repiten de forma cansina los argumentos. Espero que sepan comprender que no pueda permanecer callado ante las injustas y equivocadas afirmaciones que determinadas personas han realizado sobre el Ararteko, repitiéndose año tras año. Los argumentos ya están sintéticamente expuestos en una anterior carta mía publicada en este diario el 14 de julio, y todo lo que en ella se dice responde a la verdad y no ha sido refutado. A falta de argumentos se recurre al vilipendio, hablando de engaños y mentiras, y esto resulta intolerable. Es preciso, pues, aunque cause sonrojo tener que decirlo, apelar al respeto y demandar que las ideas y opiniones se expresen sin ofender la dignidad personal o institucional de nadie.

Aprovecho para añadir a lo expresado en la carta anterior una información que por falta de espacio omití y que refuerza el argumentario de la institución que presido: las sentencias judiciales que cito en dicha carta (y cito todas las relativas al Alarde de Irun) no tuvieron en cuenta la Ley de Igualdad 4/2005 del Parlamento Vasco porque las demandas que trajeron causa de las mismas fueron anteriores a la aprobación de la referida ley. El artículo 25 de la misma, aprobada por una abrumadora mayoría, dice lo que dice, y de él se deriva el deber para todas las instituciones -también para los alcaldes y ayuntamientos de Irun y Hondarribia- de ser proactivos en la defensa y promoción de la igualdad de las mujeres, en este caso de aquellas irunesas y hondarribitarras que demandan participar en pie de igualdad con los hombres en los alardes. Tienen derecho a ello según las leyes, las sentencias judiciales, las resoluciones del Parlamento Vasco y de las Juntas Generales de Gipuzkoa, así como la voluntad abrumadoramente mayoritaria de la ciudadanía del País Vasco plasmada en la mencionada Ley de Igualdad.

Iñigo Lamarca Iturbe

Ararteko