Ni chamarras ni calefacción: la prenda con la que no volverás a tener frío
Abrigarse no consiste en usar prendas gruesas, sino en elegir materiales y combinaciones que mantengan el calor
El descenso de las temperaturas que sigue sacudiendo Gipuzkoa puede afectar directamente al organismo si no se toman medidas importantes.
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Cuando la sensación térmica baja, el cuerpo pierde calor con mayor rapidez, sobre todo a través de la piel. Para mantener una temperatura interna estable, el organismo activa mecanismos de defensa como la vasoconstricción y el aumento del metabolismo. Sin embargo, estos mecanismos no siempre son suficientes, especialmente cuando la exposición al frío es prolongada o la ropa no es adecuada. Por ello, la elección correcta del vestuario es un factor fundamental para prevenir molestias, reducir el riesgo de enfermedades respiratorias y evitar la hipotermia en situaciones extremas.
En la mayoría de los casos, al pensar en abrigarse surgen inmediatamente prendas externas como chamarras, abrigos, bufandas o gorros. Estas piezas cumplen una función esencial: actúan como barrera frente al viento y el aire frío, evitando que el calor corporal se disipe rápidamente.
No obstante, por sí solas no garantizan un aislamiento completo. La razón es que la primera capa en contacto con la piel es la responsable de gestionar la humedad y conservar el calor de manera eficiente. Aquí es donde las camisetas térmicas adquieren relevancia.
Retienen el calor
Las camisetas térmicas están diseñadas para retener el calor corporal mediante tejidos de alta capacidad aislante que crean una capa de aire templado cerca de la piel. A diferencia de una camiseta de algodón convencional, que absorbe humedad y tarda en secarse, las prendas térmicas suelen emplear materiales técnicos como poliéster, elastano o mezclas especializadas que evacuan el sudor y mantienen la piel seca.
Esto es importante porque la humedad favorece la pérdida acelerada de calor, aumentando la sensación de frío incluso cuando se lleva una chamarra gruesa.
Además de su capacidad para retener calor, estas camisetas ofrecen un ajuste ceñido que optimiza su función aislante.
Al estar en contacto directo con el cuerpo, evitan que se formen bolsas de aire frío entre la piel y la prenda. Este diseño no solo mejora la eficiencia térmica, sino que también facilita la movilidad, ya que se trata de prendas ligeras que no añaden volumen al conjunto. Esto resulta especialmente útil en actividades al aire libre, caminatas, trabajo en exteriores o situaciones cotidianas en ambientes fríos.
Otra ventaja es su versatilidad. Pueden utilizarse como primera capa en combinación con chamarras, suéteres o chalecos, pero también funcionan bien como única prenda interior en espacios climatizados donde las variaciones de temperatura son frecuentes.
Este equilibrio entre aislamiento y transpirabilidad permite al cuerpo mantener una temperatura estable sin sobrecalentarse ni sudar en exceso.
La mejor combinación
Incorporar camisetas térmicas al vestuario de invierno no implica reemplazar las prendas tradicionales de abrigo, sino complementarlas. La combinación adecuada de capas permite que cada una cumpla su función: la primera gestiona la temperatura y la humedad, la intermedia aporta aislamiento adicional y la externa protege del viento y el frío más agresivo. Entender esto ayuda a enfrentar el frío de forma más eficaz y cómoda.
En definitiva, abrigarse no consiste únicamente en usar prendas gruesas, sino en elegir materiales y combinaciones que mantengan el calor de manera inteligente. Las camisetas térmicas son una herramienta clave para lograrlo, ya que mejoran la eficiencia del abrigo y contribuyen al bienestar en épocas de bajas temperaturas.
