Turda y Barcelona han marcado la primera semana del Irudek Bidasoa Irun con doble envite entre Europa y Liga. Termina con un balance de una victoria y una derrota con muchas conclusiones posibles pero en lo esencial no varían el rumbo del conjunto guipuzcoano.

La expedición partió de Irun a las 4:00 horas del lunes y ha regresado la madrugada del sábado, porque fue directa desde Rumania a Barcelona el jueves en un viaje que se alargó 10 horas. Ganar en suelo rumano mantiene intactas las opciones de superar una Fase de Grupos de seis partidos en la que no hay margen de error.

Con el gran objetivo de la semana en el bolsillo (quizá la única semana de la temporada en la que la European League ha estado por encima de la Liga), el viernes era el turno de la reedición del Clásico de la Liga Asobal, esta vez, en el Palau Blaugrana. En el partido 800 en la historia bidasotarra en la Liga.

Una cuenta pendiente

El partido se torció rápido, aunque quienes optaron por Teledeporte no lo pudieron ver. Las instituciones rectoras del balonmano español sabrán si merece la pena programar el Clásico de la Liga Asobal un viernes a las 21:00 horas, no juntar ni 1.000 personas en el Palau y que, lejos de acompañar el producto con un programa televisivo con entrevistas previas para entrar en harina (sí lo tuvo TV3), la emisión empiece con ese 7-3 de arranque. Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que les sabrán responder.

Ese marcador y las sensaciones defensivas conformaban un escenario nada halagüeño que vuelve a dejar pendiente la cuenta de mejorar los comienzos del partido. Huesca dominaba en Artaleku 0-3 y 3-6, y el técnico guipuzcoano, Álex Mozas, no precisó entonces parar el choque. En Barcelona pidió un tiempo muerto para exigir contacto con el ataque local, que lanzaba a placer.

Esteban Salinas verbalizó en el pospartido lo que sintió el equipo al ser llamados por su entrenador: “El primer sentimiento es el de tener que despertar”, resumió el pivote chileno, que reconoció que los ataques culés, con Dika Mem y Thimothey N'Guessan como estiletes, los tenían “estudiados, nos estaban hundiendo, y ahí teníamos que dar el paso adelante”.

Ese tiempo muerto nos ayudó muchísimo para despertar. Álex (Mozas) ese tiempo nos ayudó también para el ataque, un poco más de fluidez”, añadió el pivote que, pese al sabor amargo de “estar tan cerca” y volver de vacío, ve “a este equipo, al Bidasoa, cada año mejor. Tanto físicamente como tácticamente estamos muy bien y hacemos partidos muy difíciles a equipos de este nivel”.

Entre los debes que Mozas tenía apuntados en su particular libreta se encontraba mejorar los arranques de los encuentros. Así lo dijo antes de ir a Rumanía. Mejoró en Turda, pero se marchó de Barcelona con ese aspecto pendiente de mejora. En el Palau pudo haberse convertido en letal, pero no lo fue. Fue mérito bidasotarra.

Sequía clave

Con dos goles de desventaja en el descanso, la reanudación sirvió para igualar e incluso para tomar la única delantera del choque por mediación de Esteban Salinas (18-19, minuto 35). El Irudek Bidasoa Irun, para el que visitar el Palau no es la mal llamada visita al dentista, parecía estar quebrando el guion del Barça en el que tan cómodo se siente este año: 3-4 goles de ventaja, sin romper el choque pero inaccesible para el rival.

Por eso, el entrenador bidasotarra era una mezcla de sentimientos cuando compareció ante los medios. “Cada vez que venimos aquí damos una buena imagen, pero nos falta el punto de sacar algo y hoy no nos vamos contentos”, dijo autocrítico, antes de señalar “unos diez minutos malos en la segunda parte, de ataque sobre todo”.

El entrenador no se cruzó de brazos en la banda a la espera de que escamparía. Mandó atacar con los dos centrales en la primera línea y después con siete balonmanistas. Este cambio ofreció más soluciones al ataque dorado, pero también más opciones al contragol del Barça, mediante un especialista como Luís Frade. Los riesgos con los jugadores al cambio ataque-defensa eran tales que reducían a la mínima expresión los hipotéticos beneficios. Y recuperó el ataque con seis hombres. A falta de medio minuto pudo ponerse a un gol, pero los casis son dolorosos. Sobre todo, en el Palau Blaugrana, donde el banquillo local vio necesidad de terminar muy metido hasta el final con protestas arbitrales.

En ese mismo escenario donde Granollers ganó la pasada temporada. También entonces Atlético Valladolid supo lo que es ganarle al Barça y Logroño le empató. Puntos que el Irudek Bidasoa Irun tuvo tan cerca y que cuando los consiguen otros, la rabia de no haberlo alcanzado se reaviva. Este año, lo advirtió Carlos Ortega en pretemporada, con la Champions como prioridad, puede volver a pasar. Los irundarras deberán seguir su camino.

Los condicionantes y el posterior desarrollo de este Clásico no le dejaron al Barça distraerse con su próxima visita a Plock, decisiva en Champions: volvió de Bitola el jueves al mediodía y solo realizó una sesión de entrenamiento previa al choque el viernes por la mañana. El desarrollo del partido, con un rival que no cayó hasta el medio minuto final, tampoco le permitió pensar en nada más.

“Mirar a los ojos”

Por eso mismo, la sensación con la que se montó el Bidasoa poco antes de medianoche en el autobús, en el que regresó a casa el director deportivo, Julen Aginagalde, después de haber viajado a la Ciudad Condal el mismo día por carretera, es que si por alguien no se va a dejar sorprender el Barça es por los dorados. En su banquillo tienen buenas alertas en Carlos Ortega o Tomas Svensson.

La web oficial del Barça lo resumió en la crónica del choque: “Muy pocos partidos de la competición doméstica tienen tanto atractivo para los culers”. Ese honor exige más para ganar: quizá la perfección. Intentando alcanzarla crecerá el equipo.

Lo verbalizó Álex Mozas con la vista puesta en el partidazo del martes en Artaleku ante Flensburg (20:45 horas): “Tenemos que intentar salir reforzados en la medida de lo posible en la competitividad del equipo y afrontar el partido del martes como lo que es, un partido contra un gran equipo, pero que nosotros nos tenemos que mirar a los ojos a todos”. Habrá más, pero será una buena oportunidad para convertir el orgullo amargo en puntos.