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Insomnio fútil

Insomnio fútil

donostia - Volvió a pasar. Y van ya unas cuantas. Decepcionante, soso, estrambótico, pachanguero, aburrido? muchos son los adjetivos que se han ido leyendo y escuchando acerca del All-Star Weekend que se ha disputado este fin de semana. Muchos, y en su mayoría negativos. El clímax de la decepción, el punto culmen del bochorno, se alcanzó con el concurso de mates del sábado. Pero el resto de pruebas tampoco estuvieron a la altura que cabía esperar.

Ya son muchos los aficionados que han tirado la toalla. Otros, más ingenuos, se arrogan al derecho a pensar que, hombre, con tanto jugador bueno, algún año tiene que salir decente. Ese contrato del que se habló aquí entre jugador y aficionado, que supeditaba el esfuerzo competitivo a un mayor espectáculo ha sido profanado de nuevo. Y para rematar la jugada, el nuevo comisionado de la NBA, Adam Silver, ha colaborado en la antifiesta con nuevas reglas que solo han conseguido empeorar el producto.

Porque es un producto, tanto la NBA como el All-Star en sí. Pero el fin de semana de las estrellas antes era un producto bueno; de calidad. Un divertimento bien cuidado, cuyos artesanos, los jugadores, se tomaban en serio. No había entramados defensivos complicados, pero al menos se punteaban los tiros.

¿defensa? Pero ahora ya, ni eso. No en todos los casos, pero en la mayoría. De hecho, en la prueba que dio comienzo a la fiesta, ya empezó a sacar de quicio a muchos aficionados esta cuestión. Cierto es que el partido de jóvenes siempre ha sido especialmente? laxo. Se ven cuatro o cinco jugadas buenas. Pero, ¿compensan aquéllas 40 minutos de correcalles sin defensa? El que escribe lo duda. Máxime cuando uno vive en un huso horario que le hace perder muchas horas de sueño. Poca defensa, poca seriedad y mucha pedrada. Eso ya lo efrecen los Lakers de D'Antoni cada noche.

Del partido del viernes se puede destacar poco. La gran actuación de Andre Drummond, que quiso tomarse en serio el asunto, y consiguió 30 puntos y 25 rebotes. Pero se lo tomó en serio él, porque de esos 25 rebotes 14 son ofensivos, lo que demuestra que bajo los aros también hay calma. Mucha calma. Por otra parte, sí hubo un pique entretenido. Y eso es lo que pide el aficionado. El rookie Tim Hardaway Jr. y Dion Waiters se enzarzaron en una batalla anotadora de las que gusta ver. Yo meto el triple, ahora a ver si lo repites tú. En ese plan. Y ganó el de los Knicks (36 puntos frente a los 31 de Waiters).

Sin embargo, hay un pero que empaña esta disputa. Mientras Hardaway, y es de agradecer, punteaba cada tiro de Waiters como si fueran Play-offs, el de los Cavs simplemente miraba cómo lanzaba frente a él el knickerbocker. Sin levantar un brazo siquiera. No se vaya a herniar. Al final, victoria del Team Hill sobre el Team Webber por 142 a 136. El MVP, que no fue otro que el pívot de los Pistons, Drummond, recibió en premio de manos de un directivo español, de un conocido banco, no sin que antes se le cayera al suelo y se le descoyuntara el pobre trofeo. Y esa fue la aportación de España al All-Star.

Se pasó la noche sin más; sabiendo que eso suele pasar. A fin de cuentas, es el partido de los jóvenes. Y pocos sospechaban lo que venía. Porque el día de los concursos fue la guinda a un pastel podrido. Con el nuevo formato hemos topado, amigo lector. Al de tiro le quitaron una posición, aunque cambiar, cambiaba poco. No le hacía falta. Se lo llevó el Team Bosh (destacable el dos de dos de Chris Bosh desde media cancha). Y rápido a por lo siguiente.

Muy rápido. Porque al concurso de habilidades le han quitado las habilidades. Ya no hay pase picado, con bote, donde los bases se atascaban no pocas veces. Era un diferencial. Además, los pivotes del zigzag los han separado. Total que ganaron los que más corrieron: Damian Lillard y Trey Burke. Visto lo visto, que lo llamen Speed Challenge.

los mates, el ridículo A pesar de todo, quedaba la joya de la corona: los triples y los mates. En la larga distancia, otra novedad innecesaria: un carro entero de moneyballs, esto es, el balón tricolor que cuenta dos puntos. Porque sí. Al carajo la tradición. Al final, ganó Belinelli, de los Spurs, que hizo una gran última ronda, después de tres airballs. El premio al ridículo se lo llevó un perjudicado Joe Johnson, que entre tiro y tiro parecía que se fuera a echar una siesta. Llegó al último carro sin tiempo apenas. Algunos se preguntan si ha terminado ya su ronda o sigue tirando. Nada destacable, salvo la prórroga final por empate.

Y el bochorno mayor, el despropósito supino, llegaba con los mates. Pocos habían entendido las nuevas reglas. El comisionado novato es de suponer que sí, aunque los motivos de los cambios son un misterio. El plantel era de lujo; el nuevo formato, de cárcel. Después de exprimirse el cerebro y de cejar en su empeño por comprender las nuevas reglas, el aficionado vio cómo, de repente, se daba un minuto de tiempo a dos grupos de tres matadores. Como en un calentamiento. Frío, gélido. Estrambótico. Y esa pantomima era para elegir quién tiraba en la ronda buena.Porque luego venía un enfrentamiento directo: un uno contra uno entre los seis. Un mate cada uno. No se vayan a cansar, tampoco. El Este (Paul George, Ross y John Wall) se llevó la victoria. Pero eso es, al final, de lo que menos se habló. Los mates de Paul George (a quien le dieron por las buenas un intento más) y John Wall, así como dos de Lillard en la panchanga clasificatoria, salvaron la papeleta con lo justo. Ganó el Este subrayo, porque ahora resulta que el juego en equipo en un concurso de mates es relevante, y el premio es colectivo. Menos mates, menos emoción, y menos espectáculo. Y la NBA, dicen, come de eso.irving salva la papeleta Y con un sabor de boca pésimo, y con una tenue esperanza, llegaba el All-Star Game. Y fue más o menos lo de siempre, aunque en este caso, sí hubo hueco para la emoción. El partido, que se llevó el Este (155-163), llegó a tener una ventaja de 18 puntos a favor del lado del Pacífico. Pero llegó Irving, el talentoso base que se quería quitar la espina de una temporada decepcionante y lideró la remontada con 31 puntos, catorce asistencias y cinco rebotes. Cabe mencionar la intensidad y garra de Noah, quien, a pesar del ambiente pachanguero, decidió defender, y fue clave en la remontada de los azules.

Mucho triple sin oposición, y mucho mate en transición fácil, jiji, jajá, y ningún fundamento. No obstante, sí constará en los libros de historia de la Liga por algunos récords alcanzados, como el de mayor anotación conjunta de ambos equipos (318 puntazos), así como el mayor número de triples anotados, que ostenta ahora Carmelo Anthony (con ocho). Fue el partido de las mandarinas , además, con 100 triples lanzados. Un pasatiempo, del que Kyrie Irving salió coronado MVP.

Y a las cinco y pico de la mañana del lunes, el aficionado no sabía muy bien qué pensar. Era la tercera noche que trasnochaba y las ojeras le llegaban ya a los pies. Y todo para qué; para dos partidos sin defensa; un concurso de habilidades que no pone a prueba las habilidades; un concurso de tiros con menos tiros; para unos triples innecesariamente renovados; y para unos mates en equipo -lo que supone una paradoja y un oxímoron inexplicable-. Insomnio fútil. Incluso el siempre divertido show de las mascotas resultó decepcionante.

silver, en el punto de mira El dedo acusador va en dos direcciones. Una, hacia los jugadores. Que dejen de tomarse el fin de semana tan a broma, se les pide; que defiendan algo más y no hagan el burro -Dwight Howard tirando triples-. Pero por otro lado, las iras se centran más arriba; en el trono, el comisionado.

Tras tres décadas bajo la batuta de David Stern, la Liga sigue ahora el son que le marca Adam Silver. Y ya ha puesto patas arriba el fin de semana de las estrellas. Era difícil empezar de peor manera. Veremos cómo sigue. Mientras tanto, el público guarda un minuto de silencio; entona un réquiem; guarda luto por la muerte del clásico del espectáculo baloncestístico, el concurso de mates, alma del All-Star Weekend.